Entonces los apóstoles y los ancianos, de común
acuerdo con toda la iglesia, decidieron escoger a algunos de ellos y enviarlos
a Antioquía con pablo y Bernabé.
Escogieron a Judas, llamado Barsabás y a Silas, que tenían buena
reputación entre los hermanos. Con ellos
mandaron la siguiente carta…
Es muy fácil hablar y muy difícil tomar acción. Muchos tienen la costumbre de dar su opinión
y decir: yo haría esto y aquello y cambiaría tal o cual. Pero tristemente no dan un paso para ayudar y
realizar estos cambios. Esta situación
se da tanto en la iglesia como en cualquier otro ámbito. Es sencillo criticar y señalar las faltas,
pero resulta difícil tomar un compromiso e involucrarse para cambiarlas. Los discípulos nos dejaron un excelente
ejemplo en este aspecto.
Recuerda que en los versículos anteriores, veíamos que
estaban discutiendo sobre lo que debían hacer con respecto a los fariseos
queriendo imponer la circuncisión a los gentiles y cómo era un camino
erróneo. Señalaron el problema. Lo identificaron. Lo meditaron.
Acudieron a la palabra y decidieron tomar acción. No criticaron ni hablaron mal de los
fariseos. Entendieron el problema y
pusieron manos a la obra. Nos dice la
biblia que enviaron una carta pero además, escogieron a personas dentro de
ellos mismos que se encargarían de ir y convivir con ellos para explicarles
personalmente el camino de Jesús.
Físicamente fueron y se quedaron allá. No bastó una carta. No bastó una amonestación o unas palabras de
aliento. Al leer esto me doy cuenta de
lo egoístas que somos. Dedicar tiempo a
los demás resulta sumamente difícil.
Siempre hay algo más que podemos hacer y con un buen pretexto. Nuestro trabajo, nuestra familia, nuestra
salud, nuestra fatiga y así la lista sigue de mil y un excusas para no dar de
nuestro tiempo a los demás. Piensa en
esto: ¿hace falta gente que dedique de su tiempo a los demás? ¡Por supuesto! ¿Es algo bíblico el hacerlo? La respuesta la vemos en Jesús que entregó su
vida por nosotros. No dedicó unos días o
años sino su vida entera. Caminó pegado
a sus discípulos para prepararlos y guiarlos.
Aún sabiendo que Judas lo traicionaría, permitió que se quedara dentro
del grupo y darle la oportunidad de que se arrepintiera.
¿Por qué nos cuesta tanto dar de nuestro tiempo?
Si vemos que los discípulos deciden ir y pasar tiempo
con otras personas para dar gloria a Dios, nosotros debemos hacer lo
mismo. Piensa por un momento cómo puedes
dar gloria al Señor dando de tu tiempo a los demás. ¿Qué necesidades hay a tu alrededor? ¿Para qué eres bueno? Utiliza tus dones. Ve y ponlos en práctica con los demás. Si tienes ideas de cómo mejorar algo, pon de
tu tiempo y llévalas a cabo. El ejemplo vale
más que mil palabras…
Oración
Padre: gracias por enseñarme cómo servirte y mostrarme
mis errores. Hoy entiendo que he sido egoísta
y he preferido señalar o juzgar en lugar de entregar de mi tiempo. Pon en mí un corazón que quiera servir y busque
entregarse en lugar de buscar lo suyo. Transforma
mi manera de pensar mi Señor. Te lo pido
en el nombre de Jesús. Amén
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