En los días de su vida
mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que
podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento
aprendió a obedecer; y consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación
eterna para todos los que le obedecen, y Dios lo nombró sumo sacerdote según el
orden de Melquisedec.
Mateo 26:39 es el
versículo donde encontramos a Jesús pidiendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo
quiero sino como tú. ¡Esta es la
oración perfecta! Es el momento crítico
en el que una persona se rinde por completo ante Dios y pone su vida entera a
disposición de su voluntad por encima de la propia. ¡Eso es obediencia! Y la obediencia siempre es recompensada. Jesús se le nombró sumo sacerdote y en Él fue
fundada la salvación eterna para todos los que le reconocemos y obedecemos.
Lo que el pasaje de
hebreos nos está describiendo es la vida (o lucha) diaria de una persona que
realmente ama al Señor. Leíste
bien. Todos aquellos que siguen pensando
que aman a Dios pero no se rinden ante Él, la biblia nos dice que no pertenecen
a Él. En cambio, aquellos que sabemos lo
que es caminar en nuestros propios pasos y no queremos dar un solo paso sin
estar convencidos que es su voluntad, oramos constantemente como Jesús lo hizo. Le decimos al Señor nuestros deseos. Le abrimos nuestro corazón y le decimos
nuestros miedos. Le decimos todo aquello
que nos motiva y sobre todo, terminamos diciéndole que no queremos que se haga
nuestra voluntad sino la suya porque estamos convencidos que sus planes son
mejores que los nuestros. ¿Nuestra
recompensa? Vida plena. Paz.
Gozo. No porque todo se resuelve
y se acabaron los problemas. ¡Por
supuesto que no! A Cristo lo
crucificaron ¿cierto? Si realmente
esperáramos que todo se volviera color de rosa ¿qué tipo de esperanza nos da
Jesús si murió de la forma más cruel? La
plenitud y la paz llegan con el conocimiento de que estamos haciendo la
voluntad del Padre. Te lo repito: la
plenitud no llega cuando ganas más dinero; cuando se resuelven tus problemas;
cuando encuentras pareja o cualquier otra cosa.
Hay personas que pierden familiares y siguen firmes en el Señor. El ser querido ya no puede regresar sin
embargo su paz y su plenitud no están fundadas en esa persona sino en
Jehová. ¿Puedes ver lo profundo de este
mensaje? Mientras tanto ¿dónde estás
tú? Como seguidores de Cristo no podemos
estar viviendo doble vida. Si bien, es
una lucha constante donde nos tropezamos y estamos lejos de ser perfectos,
nuestro corazón y nuestra mente están puestos en el objetivo principal de
seguir los pasos de Jesús aprendiendo a negarnos a nosotros mismos para que Él
crezca. Día a día. Oración tras oración. Aferrándonos a su palabra y confiando en sus
promesas. No dejando pasar un instante
separados de Él.
Oración
Señor: hay muchas cosas
que no entiendo sin embargo, quiero entregarte mi vida y rendirme por
completo. Sé que me amas y quieres lo
mejor para mí. Hoy entiendo que debo
obedecerte y ponerte por encima de mi propia vida. Así sea mi Dios. Aquí estoy, con mi corazón humillado para
escucharte hablar y dirigir mis pasos.
En Cristo Jesús. Amén.
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