El Señor es rey eterno; los
paganos serán borrados de su tierra. Tú
Señor, escuchas la petición de los indefensos, les infundes aliento y atiendes
su clamor. Tú defiendes al huérfano y al
oprimido para que el hombre, hecho de tierra, no siga ya sembrando terror.
En la sociedad, hemos
creado instancias que nos pueden proteger contra abusos. Ya sea en la compra de algún producto, en el
sistema financiero o incluso con la policía.
Éstas se encargan de poner en el mismo plano a las personas para que
nadie tome ventaja y no se aproveche uno de otro. Sin embargo, tristemente sabemos que no
siempre funcionan y por consecuencia, tenemos injusticias. Pero, ¿quién es el indefenso y el oprimido? Piénsalo.
¿Tú? ¿Tu vecino? ¿Alguien que no conoces? ¿Sabes quién es el indefenso y el
oprimido? Jesucristo y todos los que
queremos seguir sus pasos. ¿Cómo puede
ser Jesús indefenso y oprimido? Muy
fácil. Teniendo toda la fuerza para
destruir a cualquiera que le señalara y fuera injusto, decidió orar por
ellos. También decidió ser oprimido y
azotado por causa de nuestro pecado.
Dejó que la opresión cayera sobre él sin ninguna restricción. Ahora, en nuestra cultura, el ser oprimido o
indefenso es malo. ¡Claro! Nos enseñan a ser líderes. A mandar.
Nunca a servir. Nunca a ser
indefensos sino a aprender a defendernos y mucho menos dejarnos aplastar. Sin embargo, cuando leo este pasaje con
detenimiento, me encuentro con esta frase: Tú
Señor escuchas la petición del indefenso, atiendes su clamor y le infundes
aliento. ¡Precisamente eso hizo Dios
Padre con Cristo! Escuchaba sus
oraciones y le infundía aliento para que hiciera Su voluntad. ¿Lo puedes entender? Dios no nos está hablando de transformar
nuestra vida material a una sin problemas y llena de abundancia. Nos está hablando de tener esperanza aunque
todo esté de cabeza. De tener ánimo,
gozo y paz a pesar de que no veamos salida ni cómo algo bueno pudiera venir de
lo que atravesamos. Tú y yo debemos
aprender a ser los indefensos y los oprimidos.
Leíste bien. Debemos ser honestos
y humildes para aceptar que sin Cristo no podemos hacer nada y mientras más nos
oprima el mundo más dependeremos de Él.
Pablo nos lo dice perfectamente: mientras más muero a mí mismo, más
crece Él en mí. La realidad es que el
indefenso y el oprimido a los ojos del humano no tienen esperanza, pero a los
ojos de Dios es otra historia. Jesús
pudo haber escogido doce discípulos con las mejores características como
líderes. Sin embargo, escogió a los
menos aptos para que no fueran sus fuerzas las que predicaran el evangelio sino
sus vidas transformadas por el Espíritu Santo.
Es tiempo de meditar. ¿Estás
queriendo ser grande mientras Dios te pide humillación? ¿Estás evadiendo el sentirte indefenso y
oprimido por miedo a confiar plenamente en el Señor? Deja de luchar. Suelta las riendas. Permite que Dios guíe tu barco y te lleve por
las aguas correctas.
Oración
Padre: mi Dios,
gracias. Gracias por enseñarme
tanto. Hoy quiero dejar de luchar y
reconocer que soy indefenso. Hoy quiero
entender que ser oprimido no es malo. Hoy
quiero vivir confiado en que Tú escuchas mis oraciones e infundes aliento para que
siga adelante. Mi Dios, no permitas que
me aparte de Ti pues este mundo va en contra tuya. Perdona mis pecados Padre, en el nombre de
Jesús. Amén
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