Sálvanos, Señor, que ya no
hay gente fiel; ya no queda gente sincera en este mundo. No hacen sino mentirse unos a otros; sus
labios lisonjeros hablan con doblez.
En este salmo, David no
está implicando ser la última persona fiel a Dios en el mundo sino que cada vez
es más difícil encontrar a alguien comprometido. Pareciera que estamos en la misma época que
David donde resulta complicado ver gente que sea luz y testimonio entre tanta
tiniebla. ¿Cuántas veces has escuchado a
alguien decir: ya no hay gente buena? Es
un simple dicho que resalta el alejamiento que hemos tenido como sociedad hacia
el Señor. “No hacen sino mentirse unos a
otros”. Las mentiras son una verdadera
plaga. Desde algo simple a lo compuesto,
la gente miente a diestra y siniestra.
Lo triste es que una mentira no termina en el que la dice sino que permea
mucho más allá. No solo repercute en la
reputación del que miente sino también en la de su familia. Además, las personas que le rodean,
simplemente no confiarán en él y probablemente terminen diciéndole mentiras
para evitar un problema. Así, todos terminan
mintiendo. Los cristianos no estamos
exentos de esto. Incluso, es triste ver
que la mentira se ha apoderado de varias iglesias. Se dicen hermanos, se hacen llamar pastores,
cantan y alaban a Dios pero todo es de labios para afuera pues están llenos de
mentira.
Recuerdo un chiste acerca
de la diferencia entre hombres y mujeres cuando uno se ha cortado el pelo. Si una mujer llega con sus amigas con un
nuevo peinado, todas dirán que se ve de maravilla. Al retirarse, todas comentarán lo mal que se
veía. Por el contrario, cuando un hombre
llega con sus amigos, inmediatamente le dirán lo mal que se ve y en un instante
cambiarán el tema. Aunque resulta
gracioso, lo triste es darse cuenta lo acostumbrados que estamos a las
mentiras. No solo los políticos mienten,
también las personas cercanas a nosotros lo hacen. A veces lo hacen “por nuestro bien”. Sin embargo, debemos tener muy claro que la
mentira no agrada a Dios y no hay vuelta de hoja. Hay pocos que realmente permanecen fieles al
Señor y brillan entre tanta oscuridad.
¿Cuál eres tú? ¿Estás brillando o
te estás perdiendo entre la gente?
Oración
Señor: yo no quiero ser
como los demás. Quiero ser luz que
anuncie tu palabra y tus buenas nuevas. Quiero
ser testimonio y demostrar que es posible vivir sin mentiras y obedeciéndote en
todo. Te pido que el mundo no me
arrastre y separe de Ti. Te pido me
guardes y sobre todo que perdones mis pecados.
En el nombre de Cristo Jesús. Amén.
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