Perseguí a mis enemigos,
les di alcance y no retrocedí hasta verlos aniquilados. Los aplasté.
Ya no pudieron levantarse.
¡Cayeron debajo de mis pies! Tú
me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los
rebeldes. Hiciste retroceder a mis
enemigos y así exterminé a los que me odiaban.
Si leyéramos la primera
parte pensaríamos que David se está vanagloriando. Sin embargo, cuando seguimos leyendo
encontramos toda la explicación: Tú me armaste de valor; Tú sometiste a los
rebeldes; Tú hiciste retroceder a mis enemigos.
Si invertimos los versículos podríamos entender el pasaje mejor. Lo que David nos está diciendo es que cuando
estamos del lado del Señor, donde quiera que vayamos, Él nos ha dado la
victoria. No habrá enemigo que pueda
contra nosotros. No habrá nada que pueda
detenernos. No porque seamos mejores ni
tengamos más sino porque Jehová es quien nos libra de toda batalla. ¿Lo puedes entender? Vuelve a leerlo detenidamente pues es de suma
importancia. Todos aquellos que confiamos
en Él y dejamos que Su voluntad se haga en nuestra vida, tenemos la victoria
por delante. Él se encargará de someter
a nuestros enemigos. Se encargará de
hacerlos retroceder. Se encargará de
llenarnos de valor para seguir adelante cuando todo sea difícil y no haya
camino. ¡Gloria a Dios! Gracias al Señor por darnos la victoria. Ahora, qué sucede cuando hay alguna
enfermedad o muere algún ser querido. No
podemos pensar que Dios tiene que sanar a todos o no permitir que nadie
muera. El pasaje no se refiere a este
tipo de victoria. La victoria a la que
hace referencia es contra la adversidad que encontramos en las injusticias de
los hombres.
Estos pasajes son sumamente
importantes para nuestra vida porque nos dan la perspectiva correcta de lo que
ocurrirá en nuestras vidas. Es un hecho
que atravesaremos dificultades. Es un
hecho que tendremos enemigos. Es un
hecho que habrá personas que nos odien y quieran aplastarnos. Lo que también es un hecho es que Jehová ha
vencido al mundo. Si nosotros estamos
con Él, quién contra nosotros.
¡Nadie! Deja de preocuparte. Deja de vivir angustiado y aplastado. Todas las pruebas son para bien. En repetidas ocasiones la biblia nos recuerda
que a través de ellas crecemos espiritualmente y forjamos nuestro carácter para
parecernos más a Cristo. Mientras tu
carne quiere evitar todo tipo de incertidumbre y momentos difíciles, tu espíritu
lo necesita para crecer y confiar en el Señor.
Recuerda: es necesario aprender a morir a la carne.
Una y otra vez la palabra
de Dios nos dice que Él nos ama y que tiene un cuidado especial de
nosotros. Sin embargo, cuando llegan las
pruebas es difícil confiar y creer que así es.
Nos duele el corazón. La mente
nos limita. La duda se apodera. Esto es normal. Todos pasamos por estos momentos. Estoy seguro que David también pasó por algo
así. Es justo en instantes así cuando
decidimos por o contra Cristo. Ya sabes
qué hay del otro lado. Ahora toca decidir
cómo vas a cruzar.
Oración
Padre: no quiero seguir
caminando lejos de Ti. No quiero estar
lejos de tu voluntad. Te pido perdón por
mis pecados y porque corrijas mis pasos en todo momento. Gracias por mostrarme que no debo temer. Gracias por recordarme que la victoria ya
está dada y Tú has salido ganador. Decido
por Ti mi Dios. Quiero morir a mi carne
para que tu Espíritu me dirija por pastos verdes. En Cristo Jesús. Amén.
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