Los cielos cuentan la
gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.
Todas las mañanas camino
con mi perro. Hay una casa en una
esquina en la que siempre me encuentro un pajarito parado en la barda. Cada mañana ahí está. Es gordito y está muy bonito. Últimamente he notado que “canta” cuando
paso. Algunas mañanas camino junto con
un vecino y su perro y hacemos el mismo recorrido. Le pregunté un día si había notado al pájaro
que siempre estaba en el mismo lugar. No,
me respondió. Para mí, cada vez que paso
por ahí pienso en que es un pequeño regalo que Dios me da. También, cuando veo un colibrí, pienso en los
ángeles. Que van y vienen. Nos ven, nos protegen o simplemente sirven al
Señor. Un simple colibrí me hace sonreír
recordando a mi Dios. El salmista no
hace alusión a un pequeño pájaro sino a los cielos y el firmamento para anunciar
la gloria de Jehová. ¿En qué momento
dejamos de sorprendernos con el cielo? Entiendo
que un pequeño pajarito no haga voltear muchas miradas pero ¿cómo dejar de
sorprendernos cuando sale el sol o las estrellas se asoman?
Cuando uno está metido en
su mundo, en sus problemas, en sus ambiciones, en sus planes y en sus deleites,
es difícil poder darse cuenta de lo que sucede a su alrededor. No estoy diciendo que uno no deba tener
planes ni buscar placer. Lo que estoy
diciendo es que, cuando uno solamente está viendo por sí mismo, se pierde de
todo lo que el Señor está haciendo alrededor.
Por el contrario, cuando uno está en sintonía con El, cada detalle empieza
a ser motivo de agradecimiento y bendición.
El mismo cielo que yo veo y utilizo para dar gloria a Dios, otra persona
simplemente piensa si va a llover o no. Esto
no significa que yo ando por el mundo como un “enamorado” sin problemas y
admirando todo lo que está a mi alrededor.
Soy como tú. Con momentos
difíciles. Con dolores y tristezas. Con angustias. Con enfermedades. Con incertidumbres. Pero lo que hago, a diferencia de muchos, es
que busco a Dios en cada detalle de mi vida y eso me ha llenado de una manera
que jamás imaginé. Por eso escribo estos
devocionales. Para animarte a que hagas
lo mismo. Para llevar bendición a otras
personas. Yo quiero que más gente se
encuentre con pajaritos y puedan hacer una pausa en su día para darle gracias a
Dios por ese regalo. Quiero que más
gente pueda estar conectada con el Señor y ver no solo la grandeza del cielo sino
cada detalle de su creación. Sí, el
cielo es impresionante pero también una flor lo es. El firmamento nos recuerda la grandeza de
nuestro Dios, su majestuosidad y su omnipotencia mientras que una hormiga nos
puede recordar la perfección y minuciosidad.
Toda la creación proclama a Dios.
Toda la creación es un milagro constante. Sin embargo, nuestro día a día nos abruma de
tal manera que no podemos detenernos a admirarla y reconocer al Señor. Quiero animarte a que no esperes a que pase
algo bueno o malo para voltear al cielo y clamar a Dios. Haz una pausa. Observa a tu alrededor. ¿Puedes ver la gloria de Dios? ¿Puedes ver su mano? Utilicemos su creación como recordatorio
constante que Él nos ama y tiene cuidado de nosotros.
Oración
Señor: eres grande. Gracias por tu creación y por recordarme con
todo lo que me rodea tu majestuosidad. Te
pido perdón porque mi Yo se interpone en mi relación contigo y no me deja ver
más allá de mis problemas. Guíame para
caminar conforme a tu voluntad y depender más y más de Ti. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén
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