Al día siguiente, como el comandante quería saber con certeza de qué acusaban los judíos a Pablo, lo desató y mandó que se reunieran los jefes de los sacerdotes y el Consejo en pleno. Luego llevó a Pablo para que compareciera ante ellos.
Personalmente no tengo mucha paciencia. Prefiero lo práctico y rápido. Es la verdad. Me cuesta trabajo tener que estar repitiendo las cosas o tener calma para con los demás. Sé que Dios está trabajando constantemente conmigo en este aspecto y mientras muchas veces fallo otras más doy un paso adelante. Digo esto porque en el pasaje de hoy vemos que Pablo es traído nuevamente ante el consejo y tiene que volver a hablar y explicar lo que estaba pasando. Personalmente hubiera pensado: bueno, pues si ya les dije que no soy culpable, ya les expliqué mi encuentro con Cristo y cómo nunca he faltado a la ley que observa el pueblo judío, no entiendo por qué siguen inventado cosas que no he hecho y deseándome mal. ¿Qué más quieren que les diga? No es muy complicado entender que están por ahí algunos inventando cosas sobre mí.
Si ponemos atención a lo que sucede en nuestras vidas, podemos darnos cuenta que Dios está abriendo y cerrando puertas constantemente. Nos está guiando para caminar por la izquierda y nos avisa cuándo girar a la derecha. En el momento en que paramos y no sabemos qué hacer es porque estamos echando a andar a nuestro yo y hacemos a un lado a Dios. Comenzamos a pensar y a actuar conforme a lo que estábamos acostumbrados y decidimos, por alguna razón, que la fe y Dios, en este aspecto de nuestra vida no necesitan intervenir. ¿Te ha pasado? ¡Estoy seguro que sí! A todos nos pasa. Guardamos celosamente cada pedazo de nuestra vida para finalmente darnos cuenta que debemos entregarlo a nuestro Dios.
Dios quiso que Pablo regresara ante el consejo. Ya había tenido una mala experiencia la primera vez, pero aún así decidió que se hiciera por una segunda ocasión. Si en lugar de Pablo yo hubiera estado ahí, probablemente hubiera reclamado por la situación. Me hubiera quejado y sobre todo, me hubiera preocupado pues estaría nuevamente expuesto ante las personas que hace a penas unas horas buscaban matarme. De esta manera, hubiera estorbado enormemente en el plan de Dios para mi vida. ¿Lo puedes ver? Así nosotros estamos siendo una piedra para nuestro camino con Dios. Pensamos que esto o aquello no tiene sentido. Nos desesperamos. Nos preocupamos. Comenzamos a tomar nuestras propias decisiones. Pensamos que, como ya ha ocurrido varias veces esta situación, seguramente tenemos que hacer algo distinto. La verdad es que nuestro Dios quiere que permanezcamos pegados a Él y compartamos una y otra vez su palabra. Quiere que nos entreguemos completamente y que no pongamos restricciones ni guardemos “pedazos” de nuestra vida pensando que no le corresponden. Analiza tu vida y trata de encontrar esas actitudes que estorban en tu comunión con Dios. Se honesto y reconoce aquello que no quieres entregarle a pesar de que te has dado cuenta que ya no debes seguir así.
Oración
Padre: quiero pedirte perdón por mis pecados y por ser tan necio al no querer aceptar tu camino y tus pensamientos poniendo los míos por encima. Hoy quiero pedirte que tus deseos sean mis deseos y que tus caminos sean mis caminos. Perdona que te haya estorbado tanto y permite que ahora pueda caminar en tu dirección. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario