Cuando el gobernador, con un gesto, le concedió la palabra, Pablo respondió: sé que hace muchos años usted ha sido juez de esta nación; así que de buena gana presento mi defensa. Usted puede comprobar fácilmente que no hace más de doce días que subí a Jerusalén para adorar. Mis acusadores no me encontraron discutiendo con nadie en el templo, ni promoviendo motines entre la gente en las sinagogas ni en ninguna otra parte de la ciudad. Tampoco pueden probarle a usted las cosas de que ahora me acusan. Sin embargo, esto sí confieso: que adoro al Dios de nuestros antepasados siguiendo este Camino que mis acusadores llaman secta, pues estoy de acuerdo con todo lo que enseña la ley y creo lo que está escrito en los profetas. Tengo en Dios la misma esperanza que estos hombres profesan, de que habrá una resurrección de los justos y de los injustos. En todo esto procuro conservar siempre limpia mi conciencia delante de Dios y de los hombres.
Cada decisión que tomamos tiene una consecuencia. Buena o mala pero a cada acción le corresponde una reacción. ¿Por qué digo esto? Porque en la vida debes tener muy claro que tipo de acciones quieres tomar. Pon atención a la defensa de Pablo. No adula al gobernador Félix. No dice mentiras. No habla mal de sus acusadores. Además, utiliza el momento de su acusación para hablar de Cristo. Esto es saber tomar buenas decisiones. Imagina por un momento que, después de haber sufrido una serie de injusticias, haber pasado malos ratos y haber sido golpeado, te encuentras ante la persona que puede “vengar” tus maltratos. ¿Qué decides? ¿Acusar y defenderte con todas tus fuerzas? ¿Qué hizo Pablo? ¿En qué puso énfasis en sus declaraciones? Aunque no tenemos el tono que utilizó, me parece que hace más énfasis en su creencia y compromiso con el Camino que en tratar de demostrar que era inocente. Definitivamente se declara inocente, pero al instante decide aprovechar el momento que tenía frente a Él y declara a Cristo. ¡Esto es lo que nosotros tenemos que hacer! No caer en los enredos. No dejarnos llevar por nuestros sentimientos o instintos. Debemos aprender a guiarnos por lo que manda Dios. Él quiere que nuestra prioridad sea amarlo por encima de todas las cosas. Además, quiere que amemos a nuestro prójimo. Por último, quiere que cada día de nuestra vida, vayamos y hagamos discípulos a todos los rincones de la tierra, enseñándoles lo que nos ha enseñado y bautizándolos en el nombre de Cristo. ¡Estas deben ser tus prioridades! Entonces, cuando te encuentres en la posibilidad de “acabar” a alguien que ha hecho mal, piensa dos veces. Cuando tengas frente a ti a una, dos o más personas, piensa dos veces antes de hablar. Aprovecha cada momento. Entiende que lo que digas o hagas tiene una consecuencia y, si eres seguidor de Jesús, debes buscar que esa consecuencia siempre sea dar un buen testimonio. No pienses primero en ti y luego en Dios. Las cosas funcionan al revés. Te animo a que medites en tus acciones. Piensa bien cómo actúas y qué testimonio das. Piensa si realmente estás comprometido con Dios y Él es tu prioridad. Piensa en cada decisión que has tomado por tu cuenta y a dónde te ha llevado. Piensa cada decisión que has tomado obedeciendo a Dios y a dónde te llevó. ¿Cuál fue mejor? ¿Cuál trajo paz a tu vida? Debes ser inteligente y aprender a tomar buenas decisiones. Que tus acciones tengan una reacción positiva y no a la inversa.
Oración
Padre nuestro: alabado seas. Gracias por fijarte en mí. Gracias por tu amor y por permitirme venir a Ti para pedir perdón y llenar mi vida de esperanza. Hoy te pido que pueda aprender a que mis acciones siempre produzcan buenas reacciones. Te pido que pueda aprovechar cada momento para declarar mi fe y la reconciliación que ofreces a través de Jesús. Gracias mi Señor. En Cristo Jesús. Amén
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