Cinco días después, el sumo sacerdote Ananías bajó a Cesarea con algunos de los ancianos y un abogado llamado Tértulo, para presentar ante el gobernador acusaciones contra Pablo.
No fueron dos días ni siete ni veinte sino cinco. ¿Por qué? Por la soberanía de Dios. A nosotros nos encanta querer poner tiempos a las cosas. Investigamos y pensamos que aproximadamente debe tardarse tantos días u horas en que tal situación se resuelva. La verdad es que dependemos cien por ciento de lo que Dios decida. Resulta difícil entenderlo porque es un golpe duro a nuestro orgullo pero es la realidad. ¿Cuántas veces has podido decidir que hoy sí te levantas y mañana no? ¿Cuánto pudiste hacer cuando te enfermaste y terminaste un día en cama? ¿Sabes por qué nos pasa esto? Para que aprendamos a depender de nuestro Señor. Nuestro Dios quiere que aprendamos a permanecer todos los días y en todo momento en Él. Quiere enseñarnos que todo se mueve en Sus tiempos y a Su manera. Nosotros podemos realizar las labores que nos corresponden, pero Él tiene la última palabra. Por ejemplo: a veces, aunque tomes medicinas, tu enfermedad puede complicarse más. Hiciste lo que te correspondía, tomar el medicamento, y lo siguiente es pedir a Dios no porque te regrese la salud, sí, entendiste bien, no porque se termine tu enfermedad sino porque puedas aprender lo que quiere que aprendas y que des el testimonio correcto mientras dure. Después, es necesario esperar a que Él decida cuánto tiempo durará. Así estaba Pablo, esperando. Estaba preso de manera injusta y de todas formas tenía que esperar. Pasó un día, luego dos, tres, cuatro y hasta el quinto llegaron sus acusadores. ¿Qué hizo mientras? Dar testimonio de Jesús. Entregar al Señor sus posibles miedos o dudas sobre la incertidumbre que estaba atravesando. Orando constantemente, pidiendo fuerzas para seguir adelante. Pidiendo por fortalecer su fe y confianza en Dios pues no dudo que por momentos se desesperara por lo que le estaba ocurriendo.
Nuestras pruebas pueden durar minutos, horas, días y años. Nuestro Dios es el soberano y decide cómo van a ser las cosas. Pero ¿Sabes algo? Si hay un patrón constante en nuestras pruebas es que siempre son momentos en los que oramos más, leemos más su palabra, buscamos más comunión con Él, acudimos a las predicaciones y constantemente queremos empaparnos de Él para poder seguir adelante. ¿Te ha pasado? Estoy seguro que sí. ¿Sabes por qué pasa? Porque la situación que atravesamos nos deja al descubierto nuestras debilidades. Nos deja “desnudos” y nos damos cuenta que no podemos seguir adelante y que no sabemos qué hacer. Se terminan nuestras opciones y entendemos que el único lugar al que podemos voltear es al cielo y poner nuestra esperanza en Él. Entonces, ¿por qué dejamos de tener tanta comunión con nuestro Señor una vez que la prueba termina? ¡Estoy seguro que Dios quiere que sigamos con esa misma intensidad! ¡No bajes la guardia! Dios quiere llevarnos a ese punto en donde constantemente tenemos comunión con Él. ¿Por qué queremos regresar a donde estábamos antes? ¡No tiene sentido! Es como subir dos escalones y bajarlos de nuevo. ¿A dónde te llevó? ¡A ningún lado! Si ya subiste, ¡Quédate ahí!
Nuestro Dios tiene planes y tiempos perfectos. Aprendamos a depender de Él en todo momento y a esperar gozosos y confiados en Él. Busquemos su reino. Busquemos mejorar nuestra comunión con Él. Busquemos crecer espiritualmente y no dar pasos atrás. Un día, cinco o varios años, no sé qué tenga Dios para ti. Lo que sí sé es que quiere que le entregues tu vida y que, sin importar las circunstancias, aprendas a permanecer en Él.
Oración
Padre: gracias. Traes esperanza a mi vida y te lo agradezco. Es difícil entender lo que me pasa pero hoy entiendo que Tú tienes el control y cuidado de mí. Te pido que pueda atravesar mis pruebas confiado en Ti y permaneciendo en tu palabra y en constante comunión contigo. No permitas que me separe de Ti porque las cosas se resuelven sino ayúdame a querer crecer mi compromiso contigo. Te pido que pueda aprender a esperar uno, cinco o los días que Tú decidas y a dar testimonio mientras espero. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén
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