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7 ene 2016

Salmos 21:9-12

Cuando tú Señor, te manifiestes, los convertirás (a tus enemigos) en un horno encendido.  En su ira, los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá!  Borrarás de la tierra a su simiente, de entre los mortales a su posteridad.  Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversidades, ¡no se saldrán con la suya!  Porque tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos.



La gente que no conoce de Dios lee estas palabras y piensa que es un Dios de ira y juicio mientras que la realidad es que tenemos un Dios de amor y misericordia.  Es como si dijéramos que alguien no tiene paciencia porque escuchamos que se desesperó sin habernos dado cuenta de cuánto estuvo esperando pacientemente hasta llegar a ese momento.  Me explico mejor.  Jehová ama al mundo y quiere darnos la oportunidad de ir al cielo a través de su hijo Jesús.  Para los que tenemos hijos, podemos darnos una idea del sacrificio y amor tan grande que resulta entregar a tu propio hijo para rescatar a los demás.  El Señor no se limitó y mandó a su hijo por el amor que te tiene.  Él espera día a día y te busca constantemente para que te arrepientas y le reconozcas.  ¿Dónde está la ira?  ¿Dónde está la furia?  Esa ira llega hasta el momento en que falleces pues no habrá nada que se pueda hacer por ti en caso de no haber aceptado a Jesús.  Serás juzgado y enviado al infierno.  aunque ahora no está bien visto ni de moda el hablar tan firmemente, la realidad es así y te la comparto tal cual.  Cuando uno fallece, solamente puede ir al cielo o al infierno y la biblia nos explica claramente que sin Jesús, no podemos entrar en él.  Pero insisto, no podemos juzgar a Dios por las últimas acciones sino por las primeras.  Su amor nunca dejó de ser.  No puede amarte más ni menos.  Él te ama plenamente y quiere que estés en comunión con él.  No para que él reciba algo a cambio sino para que tu vida sea plena y abundante.  ¿Te das cuenta?  El pasaje de hoy no es para quedarnos con una idea de un Dios de ira y juicio sino al contrario, con un Dios que nos ama y no podemos pasar desapercibido ese amor.  No podemos desaprovechar tanta bendición.  Si ya has recibido a Cristo en tu corazón, es tu deber compartir el evangelio.  No puedes permitir que otras personas se vayan al infierno.  Cada uno de nosotros somos la voz de Dios al compartir su amor, su misericordia y especialmente su palabra.  Este pasaje nos explica claramente que habrá juicio para aquellos que no quieran reconocer a Jehová y a su Hijo Jesús.  No habrá forma de escaparse de él.  No habrá forma de burlarle o engañarle.  Una vez que él viene, todo ha terminado.
Estas palabras también nos ayudan a tener una perspectiva correcta de la vida: la vida en este cuerpo no lo es todo.  Es un hecho que vamos a fallecer y seremos llamados a juicio.  Dios ha vencido la muerte y a todos sus enemigos.  Si eres hijo de Dios, ¿a qué debes temer?  Si Dios está de tu lado, ¿quién puede estar contra ti?  No dejes que las circunstancias te desanimen y roben la perspectiva correcta.  Permanece en él.  No dejes de orar para que Su paz te llene y su consuelo te inunde.  Jehová es el Dios verdadero y en él hay vida eterna.  No lo olvides.  Comparte sus buenas nuevas y no pierdas ninguna oportunidad para que tu vida sea un ejemplo para los demás.

Oración

Padre: reconozco mis pecados y te pido perdón por ellos.  Limpia mi corazón y permite que mi vida sea de bendición para los que me rodean.  Gracias por mandar a Jesús y por tanto amor que derramas sobre nosotros sin merecerlo.  Gracias en el nombre de Cristo Jesús.  Amén

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