Pero
yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me
desprecia. Cuantos me ven, se ríen de
mí, lanzan insultos meneando la cabeza: éste
confía en el Señor ¡pues que el Señor lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita ¡que sea él quien lo
libre!
Mateo
27:39-44 dice: y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
sálvate a ti mismo; si eres hijo de Dios, desciende de esa cruz; a otros salvó
y a sí mismo no puede salvarse; confió en Dios, líbrele ahora si le
quiere. Resulta imposible negar la
profecía en este Salmo y verla cumplida en Cristo Jesús. Recién celebramos la navidad. El nacimiento de Jesús. Se promueven los buenos deseos en esta
época. La gente trata de hacer algo
bueno por el prójimo y, en general, reina la buena voluntad. Sin embargo, la venida de Cristo nos anuncia
algo mucho más profundo. Su vida nos
ayuda a entender lo que el pecado realmente ocasiona en nosotros y el pago tan
grande que se tiene que hacer para ser redimidos. Personalmente me cuesta trabajo leer pasajes
sobre el via crucis. Simplemente imaginar
lo que tuvo que atravesar Jesús me parece insoportable. ¿Cómo podemos llegar a ser tan crueles y
viles como seres humanos? ¿Por qué
tenemos tanto odio como para escupir, golpear y gozarnos en el sufrimiento del
prójimo? El pecado nos esclaviza. Nos aplasta.
Nos consume. Nos lleva a lo más
bajo que podemos llegar. Cristo tuvo que
soportar todo por ti y por mí. Tuvo que
ir a lo más cruel, lo más bajo, lo más doloroso para poder darnos la
oportunidad de ser reconciliados con el Padre.
¿No te parece asombroso? Tuvo que
ser menos que un humano y llegar al grado de gusano para poder redimirnos. ¿Qué puede hacer un gusano? Nada.
Simplemente dejar ser aplastado.
Así sufrió nuestro Dios. Lo
destrozaron. Lo humillaron. Le insultaron. Se burlaron de él. Mientras tanto, él se mantuvo fiel y cumplió
con la voluntad del Padre. Absolutamente
nada pudo detener a Jesús para obedecer y permanecer fiel. Su historia no es una novela ni un cuento de
ficción. Fue la vida del Hijo de Dios
hecho hombre. Fue real. Cumplió con las profecías que se escribieron
sobre él. Como humanos buscamos ser
servidos y exaltados. Dios, siendo dios,
se humilló hasta la muerte como un gusano.
Es el mejor ejemplo que podemos tener para entender lo insignificante
que es el buscar ser servido y exaltado en esta vida. ¿Lo puedes entender? Te lo repito.
Todo el testimonio que Dios nos dejó y, en especial su forma de morir,
nos deben llevar a entender que lo más importante en esta vida no es ser
servido, tener riquezas o fama sino ser reconciliados con el Padre y perdonados
por nuestros pecados. El mundo está
ordenado en forma de pirámide donde muy pocos están arriba y muchos están abajo
deseando subir. El plan de Dios es
invertido. Todos estamos abajo sirviendo
a los demás y él mismo dejó el ejemplo al entregar a su Hijo por nosotros.
Dentro
de toda esta oscuridad y sufrimiento, este hecho trae esperanza. Nos motiva a imitarle sabiendo que tenemos un
Padre que nos ama y nos recibirá con los brazos abiertos. Piensa en esto: Jesús nació en un pesebre y
murió en una cruz. No hay peor forma de
nacer y morir. No compró una casa. No tenía dinero ahorrado. No se preocupaba por su retiro o por viajar o
por cualquier otra cosa que hoy en día nos agobia. Sin embargo, su vida es ejemplar y dividió al
el tiempo después de su venida. Aprendamos
más de él. Imitémosle sin
restricción. Escuchemos al Espíritu
mostrarnos el camino que tiene para nosotros y las transformaciones que quiere
hacer en nuestro carácter.
Oración
Señor:
gracias. No merecías ese
sufrimiento. No merecías hacerte hombre
y humillarte de esa manera. Ayúdame a
entender y valorar ese amor tan increíble que tienes para mí y motívame a
imitarte para llevarlo a los demás. Abre
mis ojos Padre para poder ver cuánto te estorba mi orgullo y cuánto hay
arraigado en mi vida de la cultura de este mundo que es necesario eliminar para
dejarte crecer en mí. Te pido perdón por
mis pecados y sobre todo, que transformes mi corazón para que sea agradable a
Ti. Te lo pido en el nombre de
Jesús. Amén.
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