Por amor de tu nombre, oh Jehová,
perdonarás también mi pecado que es grande.
1Juan4:19 dice: nosotros le amamos a
Él porque Él nos amó primero. Romanos 3:9-11
dice: ¿Qué pues? ¿Somos mejores que
ellos? En ninguna manera pues ya hemos
acusado a judíos y a gentiles que todos están bajo pecado. Como está escrito: no hay justo ni aún uno;
no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.
La gente quiere creer que lo que
cada uno de nosotros piensa es lo correcto.
Algunos quieren pensar que el pecado no existe o que el infierno es una
ilusión. Incluso, dentro de los mismos
que se dicen creyentes o seguidores de Cristo tienen sus dudas respecto a la
veracidad e infalibilidad de las escrituras.
Sin embargo, cuando uno trae sus preguntas al Señor y deja que responda
a través de su palabra, el milagro sucede y nuestro entendimiento se
expande. Hoy en día me cuesta trabajo
ver cuántas personas tienen conflicto entendiendo el concepto del pecado. No nos gusta reconocer que somos
pecadores. No nos gusta pensar que
hacemos algo mal. No nos gusta que nos
juzguen por seguir deseos que “no” podemos controlar. Si yo no hago daño, por qué me voy a ir al
infierno. Si yo trato de vivir haciendo
el bien, por qué dices que soy pecador. Bien. Seguramente te has hecho estas preguntas o
las has escuchado. Primero que nada,
debemos entender que no somos nosotros quienes les estamos diciendo que son o
no pecadores sino el Señor en su palabra.
Nosotros somos los mensajeros y no los autores y eso es una gran
diferencia. Nosotros buscamos acercarnos
a Él y dejar que nos transforme pero no somos el fin. El fin es Cristo. Él dejó listo el camino y está en nosotros
caminarlo. Él no es ni más ni menos Dios
si decides o no seguirle. Él no nos
necesita. Realmente somos nosotros
quienes le necesitamos. Para aquellos
que tenemos la bendición de ser papás podemos entenderlo un poco mejor. Amamos a nuestros hijos al nacer sin que
hayan hecho absolutamente nada para merecerlo y así es como el Señor nos amó y
nos ama. Dentro de ese amor nos busca
constantemente y quiere tener una relación con nosotros. Insisto, no porque Él se beneficie sino
nosotros. Él no necesita nada de ti y de
mí. ¡Él es el creador! ¿Qué puede necesitar si todo le pertenece? Pero su amor no se quedó en palabras ni
buenas intenciones sino que dejó de ser Dios y se hizo hombre. Naciendo en Belén comenzó su plan para
demostrarnos cuán grande es su amor. Romanos
6:34 lo describe perfectamente: porque la paga del pecado es la muerte mas el
regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús.
No sé cuál es tu perspectiva del
pecado. La biblia claramente nos dice
que todos somos pecadores y necesitamos del sacrificio de Cristo para poder ser
reconciliados con Él. No son tus obras
lo que te permiten ser bueno o malo sino el amor que Dios derramó sobre
nosotros permitiendo que su Unigénito fuera sacrificado para perdón de nuestros
pecados. No importa la gravedad de lo
que hayas hecho. No importa que parezca
imposible de perdonar. Su amor es más
grande que tu pecado y su gracia siempre abundará para los que se
arrepienten. Sí, tus consecuencias las
tendrás que atravesar pero habrá una gran diferencia: ahora estarás caminando
siguiendo los pasos de Jesús en lugar de caminar sin rumbo ni dirección.
Oración
Padre: perdona mis pecados. Entiendo que no se trata de mí sino de Ti y
lo que hiciste por mí. Gracias por la
vida de Cristo y por permitirme reconciliarme contigo. Gracias por traer luz a mi vida que estaba
envuelta en tanta oscuridad. Gracias por
mostrarme que el pecado existe y que me aparta de Ti. Gracias por mostrarme que siempre me has
amado y en ese amor me permites acercarme a Ti.
Hoy doblo mis rodillas ante Ti y reconozco que soy pecador y que Cristo
es mi Salvador. En su nombre elevo esta
oración a Ti. Amén
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