Sin temor a exagerar, hoy en día
estamos atravesando una guerra en contra de los seguidores de Cristo. Muy sutil pero extremadamente poderosa. Te voy a dar un ejemplo para que abras los
ojos sobre lo que está pasando: si una persona decide poner en redes sociales
que está a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, todo está
bien. Se hablan de derechos y todos
están “felices”. Si por el contrario, yo
decido ejercer ese mismo derecho del que hablan y hablo acerca de cómo mis
creencias que están basadas en la biblia dicen que está mal (ojo, no me refiero
a que tengan o no derecho sino meramente del lado de mis creencias), ahora
todos están en mi contra y dicen que no soy tolerante o alguna otra cosa. En estos días, uno no puede tener convicciones
firmes que vayan en contra de lo que la cultura dice. No se trata de principios ni derechos. Yo entiendo que es un tema delicado y hay
mucho que discutir. Como dato adicional,
personalmente estoy convencido que el matrimonio lo estableció Jehová de una
manera específica y no tiene nada que ver con lo que intentamos replicar
legalmente a través de las instituciones.
Pero lo que quiero exponer es la dificultad que tenemos hoy en día para
poder hablar, como dice el pasaje de hoy, en voz alta de nuestro Dios. Simplemente ya no nos dejan. David nos habla de cómo buscaba la santidad y
compartía sin restricción las maravillas que Dios hacía en su vida. No lo hacía a escondidas ni con voz
baja. Proclamaba a Dios a todos los que
estaban a su alrededor. Cuando leemos la
confrontación entre David y Goliat en 1 Samuel capítulo 17 le dice David: yo vengo ante ti en el nombre de Jehová de
los Ejércitos y toda esta congregación sabrá que Jehová no salva con espada y
con lanza porque de Jehová es la batalla y Él os entregará en nuestras manos. Imagina la escena por un momento. Un gigante al que todos temían y nadie tenía
el valor de atacar frente a un joven sin armadura. ¡Las palabras de David son verdaderamente
ilógicas! Sin embargo no tuvo temor de
proclamar a Jehová. A la vista de
cualquier persona, todo estaba en contra de David. A la vista de Dios, la victoria ya se había
dado. ¿Lo puedes ver? Debemos estar conscientes que la cultura es
adversa a Dios. Debemos tener presente
que nuestro mensaje no será bienvenido. No
fue bienvenido cuando Cristo vino y tampoco será bienvenido hoy. La biblia nos dice que la luz vino al mundo y
el mundo prefirió las tinieblas porque sus obras eran malas(Juan 3:19). Este mensaje no es para causar guerra ni
batalla sino todo lo contrario, recordar que Cristo vino a entregar su vida
para mostrarnos el infinito amor del Padre y que pudiéramos ser reconciliados
con Él. El mensaje que no quiero temas
en compartir en voz alta es de esperanza, de amor, de gozo y de bendición. No frenes tus deseos de proclamar a Dios a
los demás en voz alta. ¿Cómo
avergonzarnos de Aquél que nos rescató y ama incondicionalmente? ¿Cómo avergonzarnos de Aquél que nos perdonó
y quiere tener comunión con nosotros? Ahora
sabes que no será fácil proclamar a Dios en voz alta. Así como David, te animo a que andes con
manos limpias e inocentes en torno al altar de Jehová. No te apartes de Él ni un instante.
Oración
Padre: tu sabiduría es infinita y tu
palabra es perfecta. Gracias por
permitirme leer tu palabra y meditar en ella.
Gracias por darle rumbo y dirección a mi vida. Gracias por advertirme de lo que pasa allá
afuera y recordarme que la victoria es y siempre ha sido tuya. Te pido que mi vida sea testimonio de tu amor
y pueda proclamar en todo lo que haga y diga lo maravilloso que eres y cómo
constantemente nos buscas para reconciliarnos con Dios Padre. En Cristo Jesús. Amén.
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