Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella
provincia. Pero los judíos instigaron a
mujeres piadosas y distinguidas y a los principales de la ciudad y levantaron
persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el
polvo de sus pies, llegaron a Iconio. Y
los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
Nunca falta el que se opone a una bendición o recibir
una buena noticia. El egoísmo y el
orgullo son causantes de miopía y astigmatismo.
Nos dejan completamente ciegos.
No entendemos hacia dónde vamos, no controlamos lo que hacemos pero
según nuestro orgullo y nuestra falta de cuidado por las cosas de los demás,
estamos convencidos que vamos por el camino correcto. Así estaban actuando los judíos que
inventando argumentos y alborotando a la gente, sacaron a los discípulos de la
ciudad. Se dice que, conforme crecemos,
nos va costando cada vez más y más trabajo el adaptarnos al cambio. Imagino a estos judíos acostumbrados a vivir
a su manera y teniendo control sobre todo lo que acontecía a su alrededor
siendo ellos la autoridad espiritual. Un
día, llegan unos extranjeros anunciando que las profecías que estudian y
predican han sido cumplidas en la persona de Jesús y que trae un mensaje de
reconciliación. Las personas se
amontonan para escuchar más y los líderes solamente ven con desdén lo que hacen
los discípulos. No están dispuestos a
cambiar. A pesar de que con gran perfección,
Pablo y Bernabé demostraron que el Cristo era Jesús, prefirieron tener oídos necios
y bloquear lo que estaban escuchando.
Debes tener cuidado con tus reacciones. Debes analizar cómo eres cuando algo viene a tu
vida. No puedes escudarte en la costumbre
ni en la forma en que creciste. Debes ser
moldeado conforme a la imagen de Dios y no a la tuya o la de tu familia. Pienso que lo que más estorba al Señor para trabajar
con nuestras vidas somos nosotros mismos. Somos los que más resistencia ponemos para que
destruya nuestro orgullo, desplace nuestro egoísmo y promueva el amor a nuestro
prójimo.
Finalmente vemos un excelente ejemplo de cómo reaccionar
cuando el viento está en nuestra contra. Los discípulos son expulsados sin razón y en lugar
de pelear y tratar de convencer, simplemente sacuden el polvo de sus pies y siguen
su camino. No debemos entrar en confrontaciones
que no tienen sentido ni tendrán resultados favorables. Hay que ser sabios y entender que nuestra labor
es compartir a Cristo. Esto hicieron los
discípulos. En el momento en que fueron agredidos,
se marchan y siguen su camino. Comparte a
Jesús con amor y misericordia. Si los que
escuchan quieren debatir de manera orgullosa y necia, no des espacio para ese tipo
de discusiones. Abre la puerta para hablar
más del evangelio y ciérrala para cualquier tipo de altercado. Sé sabio. Sé humilde. Sé amoroso.
Oración
Señor: me cuesta trabajo ser humilde y amoroso, te pido
que trabajes en mi corazón y me transformes. A veces prefiero discutir que dejarte las riendas.
Te pido perdón porque sé que soy el principal
estorbo para tu obra en mi vida. Cámbiame
Señor. Te lo pido en el nombre de Jesús.
Amén
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