Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo,
rasgaron sus ropas y se lanzaron entre la multitud dando voces y diciendo:
Varones ¿por qué hacéis esto? Nosotros
también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas
vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y
todo lo que en ellos hay.
Tristemente existen personas que utilizan el nombre de
Dios para enriquecerse aprovechándose de los demás. Una manera muy sencilla y eficaz para poder
discernir entre aquellos que son un “fiasco-fraude” de los que quieren servir
al Señor es poniendo atención a quién dirigen la mirada de sus
predicaciones. He visto programas en los
que se habla de Dios pero la atención está siempre enfocada en el
interlocutor. Este tipo de personas
buscan influenciar a los demás por el lado sentimental y la enseñanza de la
biblia es muy pobre. Utilizan unos
cuantos versículos y muchas veces ni siquiera los aplican al contexto. Ten cuidado de los que hablan de Dios pero
quieren que las luces apunten a su propia persona. Fíjate cómo los discípulos reaccionan al
saber que lo que habían predicado estaba
siendo mal enfocado. La gente los estaba
viendo a ellos en lugar de a Jesús y por ello rasgan sus vestiduras en señal de
indignación. Busca y promueve que en tu
congregación siempre se de la gloria al Señor y no se enaltezca a aquellos que
sirven. “Somos hombres semejantes a
ustedes” dijeron los discípulos. Asimismo,
aquellos cristianos que admiras, son como tú y como yo, la única diferencia es que
han decidido no solo aceptar a Cristo sino servirlo y obedecerlo con su vida entera.
¿A quién no le gusta que le digan que hizo algo bien? ¿Cómo negar el que reconozcan algún don que el
Señor nos ha dado? Claro que es fácil quererle
robar un poquito de la gloria a Dios y quedárnosla nosotros. Recuerda que como humanos el reconocimiento siempre
resulta tentador y en el lado espiritual no estamos exentos. Debemos tener cuidado y ser autocríticos. ¡Qué increíble es cuando alguien te agradece por
compartir la palabra de Dios! Disfrútalo.
Goza ese momento. Pero sobre todo, da gracias al Señor por permitirte
ser un pequeño granito de arena en Su mar. Se humilde. Se sencillo de corazón. Recuerda que es por la misericordia de Dios que
puedes ser parte de su obra.
Tengamos cuidado como líderes o congregación, de que nuestra
atención siempre esté enfocada en dar gloria al Dios vivo que creó el cielo y la
tierra, los mares y todo lo que en ellos hay.
Por último, si aun no has comprendido que tu deber es servir
al Señor, te animo a que pongas a Su servicio los dones que te ha dado. Estoy seguro que puedes hacer algo mejor que los
demás. Pon esa virtud a los pies del Señor
y deja que Él dirija y haga milagros.
Oración
Señor: pongo mi vida a tu servicio y te pido que Tú reines
sobre ella. Dame sabiduría para no caer con
aquellos que buscan fama y utilizan tu nombre. Te pido que mi vida siempre pueda dirigir la mirada
a Ti. Te pido que mantenga un corazón sencillo
y agradable a Ti y que reconozca que Tú eres el Señor y que solo Tú mereces alabanzas.
Te lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén
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