En las edades pasadas Él ha dejado a todas las gentes
andar en sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio,
haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de
sustento y de alegría nuestros corazones.
Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud
les ofreciese sacrificio.
Increíble pero cierto.
Simplemente no escucharon sus explicaciones y continuaron con los
sacrificios. ¿Por qué? ¿Por qué no escucharon? ¿Qué no fueron claros rasgando sus vestiduras
y anunciando que eran hombres como ellos?
Visto desde nuestra perspectiva, definitivamente fue claro. Para ellos no fue tan fácil discernirlo. Esto pasa constantemente en nuestro tiempo
con la palabra de Dios. Anunciamos el
evangelio. Traemos palabra de bendición
y esperanza. Hablamos de la oportunidad
que Dios nos da de nacer nuevamente y poder ser llamados sus hijos. A pesar de todo esto, personas deciden seguir
su propio camino. “Así estoy bien”. “No necesito de un dios que me diga qué
hacer”. “Creo en un ser supremo pero
distinto”. “No necesito pedir perdón”.
Personalmente he compartido a Cristo con personas que
sé que están atravesando momentos difíciles y que si pudieran ver la escena
como nosotros vemos a los licaónicos y los discípulos, se darían cuenta que
decidir por Jesús sería lo mejor.
Tristemente, están tan inmiscuidos en sus asuntos y su corazón se ha
vuelto tan egocéntrico, que no comprenden lo que se les está ofreciendo. “No quiero cambiar de religión” “No me vas a convertir”. ¿Quién habló de religiones o conversiones? Lo que una persona que sirve a Dios ofrece es
el poder reconciliarse con Dios Padre y tener comunión con Él a través de su
palabra. Y parafraseando el versículo
18, y diciendo estas cosas, difícilmente
lograron impedir que la multitud siguiera su camino… Ahora, también debemos recordar que la palabra
de Dios nunca regresa vacía. Una semilla
fue plantada en esas personas y nuestro Señor se encargará de hacer el resto.
Por otro lado, hay una lección para nosotros. No debemos dejar de compartir a Cristo porque
pensamos que tal o cual persona no nos hará caso. El Señor nos pidió que fuéramos e hiciéramos
discípulos enseñándoles a obedecer lo que Él nos ha mandado. Si dices que crees en Dios y que lo amas
entonces el obedecer debe ser parte de tu vida diaria. Porque aquél que no obedece no ama al Señor
nos dice la biblia. Tiene sentido. ¿Cómo decir que sigo a Cristo si realmente no
actúo como él?
Anunciemos a Cristo. Compartamos lo que ha hecho en nuestra vida. Llevemos esperanza a la gente. Dejemos que sus bendiciones no se estanquen en
nosotros sino que lleguen a todos aquellos que nos rodean. Hagámoslo sin estar esperando ver el resultado
inmediato sino por el gozo que es trabajar para el Señor.
Oración
Señor: no quiero seguir mi camino dándote la espalda y
habiendo escuchado que quieres reconciliarme contigo. Te pido perdón. Límpiame. Renueva mi vida y mis pensamientos. Te pido que pueda vivir en obediencia y que mi
vida lleve bendición a los que me rodean. Ayúdame a pensar menos en mí y más en Ti. Te lo pido en el nombre de Cristo. Amén
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