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22 sept 2011

Hechos 14:8-10

Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado.  Éste oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies.  Y él saltó y anduvo.




Aunque puedo caminar, en repetidas ocasiones me identifico con el paralítico pues no sé hacia dónde ir.  Todo se vuelve confuso o incierto.  No hay una señal que diga por aquí o por allá.  Tampoco hay una decisión que grite “yo soy la correcta”.  Finalmente termino sin moverme.  Parado.  Nada.  Veo cómo la gente sigue y va en ciertas direcciones pero yo no sé qué hacer.  Así veía el cojo a los demás.  Yendo y viniendo.  Iban a sus trabajos, visitaban la ciudad, salían a jugar o simplemente a dar la vuelta y ahí estaba él sin poderse mover.  Pero al escuchar el mensaje de Dios entendió que su vida podía ser diferente.  No sabía que harían un milagro en él.  Simplemente sabía que Dios ofrecía un camino distinto que irónicamente sí podría tomar a pesar de su incapacidad.  Al ver Pablo la fe de este hombre no duda en decirle “levántate” y él no solo se levantó sino que saltó y anduvo.  De repente su vida se transformó.
¿No te gustaría dejar que Dios transforme tu vida?  Esto no significa que ya no tendrás momentos de incertidumbre.  Dejar que Dios dirija tu vida significa poder caminar cuando antes no podías dar un solo paso.  Cuando todo está negro y oscuro, cuando el viento está en tu contra, cuando no sabes qué hacer, en ese preciso momento puedes ponerte de rodillas y decirle al Señor lo que sientes, tus miedos, tus preocupaciones y tu desesperación.  Él traerá paz a tu vida y podrás recordar que el Rey de reyes te ama, te cuida y no te desamparará.  Ahora puedes estar pensando en mil y un “peros”.  “Pero tú no entiendes” “pero tú no sabes” “pero no sé cómo” “pero cómo se va a arreglar”.  Todas estas inquietudes son normales.  Para ello, debes estudiar la biblia y dejar que el Señor te muestre cómo tiene un especial cuidado de ti y que a pesar de las circunstancias, siempre se encargará de cumplir su promesa de darte techo, sustento y abrigo.  Dios se encargó de que los israelitas vivieran en el desierto por 40 años.  Piénsalo.  No había cosechas.  No había ríos para beber agua.  Calor y frío insoportable.  Aún así, el puso una nube en el cielo que disminuía la intensidad del sol y una lumbrera en la noche para que guiara su camino.  Dio maná para que se alimentaran todos los días e incluso agua de las rocas salió para que bebieran.  Hoy leemos el ejemplo de un paralítico que fue sanado y pudo caminar por tener fe en el Señor.  ¿Qué vas a hacer tú?  ¿Seguir quejándote?  ¿Seguir preocupándote?  Si estás contra la espada y la pared es por tu culpa y solamente tuya.  Dobla tu orgullo.  Reconoce tu necesidad de Dios.  Recuerda su amor por ti y pide perdón.

Oración
Señor: perdóname.  He querido vivir y decidir sin preguntarte y ahora me encuentro sin saber qué hacer o cómo decidir.  Hoy entiendo que puedes transformar mi vida y te pido que así lo hagas.  Quiero vivir confiado en Ti y sabiendo que a pesar de que yo no pueda caminar, Tú te encargarás de mostrarme y darme los elementos necesario para poder seguir adelante.  Gracias mi Dios y oro a Ti en el nombre de Jesús.  Amén

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