Vistas de página en total

1 mar 2019

Salmos 34:6 Este pobre clamó, y el Señor le oyó y lo libró de todas sus angustias.

Muchas personas tristemente no se dan el tiempo de estudiar y meditar en la Biblia y por consecuencia, terminan orando por lo que no deben o, peor aún, pensando que Dios no cumple con sus promesas.  Estas personas escuchan o leen pasajes como el de hoy, se ponen a orar y le piden a Dios que los libre de sus angustias.  Pasan los días y los meses pero todo sigue igual.  ¿Qué pasa Dios?  Se preguntan. ¿Por qué no respondes?
El Salmo 34 lo escribe David para dar gloria a lo narrado en 1Samuel 21 donde huye de Saúl y es librado de Aquis al fingir su locura.  David reconoce al Señor como su Libertador.  Nos describe cómo clamó a Él, lo oyó y lo libró.  ¿Cuál era su angustia?  Que el rey Saúl lo quería matar y Aquis lo podía llevar a él.  ¿Qué es entonces lo que diferencia la oración de David de la de cualquiera de nosotros para que la suya si la haya cumplido Dios?  Primero, la soberanía de Dios no la podemos cuestionar ni entender siempre.  Segundo, y quizá el punto más importante, sabemos que Dios había pedido a Samuel ungir a David como rey.  Por lo tanto, cómo habría de contradecirse.  ¡Imposible! Saúl no continuaría siendo rey y David tomaría su lugar.  Por esta razón podemos entender que el clamor de David fue escuchado y él librado de su angustia.  La consecuencia de no haber sido librado hubiera sido la muerte y la falta de cumplimiento en lo que Jehová había dicho.  ¿Cómo puedo entonces saber por qué orar?  Aunque muchos piensan que esto es complicado, la realidad es que es muy simple: debemos orar por hacer la voluntad de Dios.  Debemos orar para que nuestra vida sea un testimonio de obediencia y amor a Dios. ¿Cómo hacemos esto cuando atravesamos adversidad?  Insisto. Es simple:  Dios, no puedo más con mi situación. No aguanto lo que está pasando.  Te pido que, si es tu voluntad, esto termine y se resuelva.  Pero te pido más porque pueda aprender a depender más de Ti, a amarte más, a conocerte más y dejarte que transformes mi vida.  Te pido que esta prueba traiga crecimiento espiritual a mi vida.  También te pido para que, en caso de que las cosas no se resuelvan como yo quiero, no permitas que me aparte de Ti ni tenga rencores pues sé que me amas, me escuchas y siempre harás lo mejor para mí.  Lléname de tu paz para entenderlo y vivirlo por encima de las circunstancias.  En Cristo Jesús.  Amén. ¿Lo ves?  Orar no significa utilizar a Dios como un amuleto para que “arregle” todo. Orar significa abrir nuestro corazón, nuestra mente y nuestros deseos para ponerlos a los pies del Señor.  Es ponerlo a Él primero y alinearnos hacia su voluntad.  ¿Lo puedes entender?  ¡Es demasiado profundo y maravilloso!  Con esto, te puedo decir que, si tu oración está en línea con la voluntad de Dios, tarde o temprano el Señor va a responder.
No te desanimes. Las circunstancias nos sirven para abrir los ojos y darnos cuenta del lugar que ocupa el Señor en nuestras vidas. Nos ayuda a entender si realmente está por sobre todo o lo hemos hecho a un lado porque las cosas están “bien”.  Piénsalo.

Oración
Padre: hoy clamo a Ti.  No para que resuelvas mi vida.  No para que cambies todo y no haya problemas.  Clamo para que me llenes de tu paz.  Clamo para que me llenes de tu amor.  Clamo para que nunca me aparte de ti.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén