Vistas de página en total

21 sept 2021

Salmos 39:9 He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa.

Ser padre me ayuda mucho a entender lo necios que somos los hijos y la enorme paciencia que Dios tiene con nosotros.  Si tú eres padre, estoy convencido que sabes muy bien a lo que me refiero.  Los niños son desesperados, no tienen un “filtro” entre su mente y su boca, son poco cuidadosos y, conforme van creciendo quieren hacer las cosas sin que les ayudes hasta que se dan cuenta que sí necesitan tu ayuda.  Así creo que actuamos con Dios.  Como niños que necesitan crecer y madurar.  Niños que necesitan entender la importancia de dejar de hablar.  Dejar de quejarnos.  Dejar de dar opiniones y comenzar a escuchar.  Dejarte actuar.  Dejarte hablar o simplemente dejarte llevar a cabo tus planes, en tu perfección, en tu tiempo, en tus términos.  ¡Qué difícil!  ¿Sabes?  Somos tan necios que muchas veces veo cómo El Señor nos lleva a extremos donde la espada y la pared son nuestras únicas opciones para darnos cuenta de que Dios es una tercera opción que no habíamos querido tomar.  ¡Hablamos tanto!  ¡Opinamos tanto!  ¡Nos quejamos tanto!  Como niños nos comportamos pensando que merecemos que las cosas sean diferentes.  ¿Por qué?  Porque no queremos confiar y entregar el control a Dios.  Alguna vez escuché algo que me hizo reír mucho: dejamos que Dios tome el volante de nuestra vida, pero cada vez que da vuelta a la izquierda o derecha tratamos de convencerlo de lo contrario.  ¿Estás seguro de que quieres girar para allá?  ¡Mejor para el otro lado!  Y así de simple no dejamos que Dios trabaje.  Todo porque el control lo queremos tener en todo momento.  Pero todo cambia cuando decidimos, como David en este Salmo: dejar de hablar y dejar que Él actúe.  ¡Qué increíble postura!  Ojo, David no llega a este punto de manera voluntaria.  Recuerda todo el sufrimiento que tuvo en su vida.  David atravesó muchas adversidades y por eso lo que él dice nos sirve de tantísimo ejemplo.

Guarda silencio.  No abras tu boca.  Deja que Dios actúe.

Sin importar tus circunstancias.  Sin poner peros ni justificaciones.  Solamente Dios y tú.  Dobla tus rodillas.  Has a un lado tu orgullo y entrega el control.  Tal vez estás enojado por la muerte de un ser querido; la pérdida de un trabajo; pérdida de salud; una traición o alguna otra cosa similar.  Guarda silencio.  Pasa tiempo con Dios leyendo su palabra y simplemente escucha.  Deja que hable a tu corazón y confía que está acomodando todo de manera perfecta.

 

Oración

Señor: es muy difícil para mí dejar de hablar y entregarte el control por completo, pero hoy aprendí que es lo mejor que puedo hacer.  Quiero guardar silencio y dejar de estar abriendo mi boca para dejarte actuar.  Lléname de tu paz y tu fuerza.  En nombre de Jesús.  Amén