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31 oct 2023

Salmos 49:10-11

Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual y que sus riquezas se dejan a otros.  Aunque tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas serán su hogar eterno, su morada por todas las generaciones.

 



No dejo de sorprenderme sobre lo increíble que es nuestra mente.  Me encanta leer y aprender sobre cómo podemos entender la manera en la que funcionan nuestros pensamientos o la forma en la que podemos dirigir nuestro cuerpo.  Por ejemplo, con el pasaje de hoy, algunas personas que se encuentran atravesando un momento difícil podrían tomar estas palabras con actitud desalentadora o pesimista: esta vida no vale nada y al final todos nos morimos; mientras que otras personas que están enfocadas en ver lo bueno pueden entenderlas como una motivación a aprovechar cada minuto que tenemos de vida en esta tierra.  Ahora, la Biblia no es un libro de motivación o superación personal.  ¡Es la palabra de Dios!  Es nuestra guía para tomar decisiones, conocer de Dios y lo que espera de nosotros.  Entonces, si no nos vamos a enfocar en la cuestión pesimista u optimista, cómo podemos tomar este pasaje.  Bien.  Lo debemos entender de manera simple y sencilla.  Solamente tenemos una oportunidad para arrepentirnos y reconocer a Cristo como Salvador y Rey: esta vida.  No importa quién seas, tienes una sola vida y al final, como todos los demás, terminas en la tumba dejando todas tus riquezas a otros.  El hombre más rico del mundo termina en una tumba.  El hombre más pobre del mundo termina en una tumba.  No es descubrir el hilo negro ni algún misterio.  Es observación simple.  Esta persona nace y después muere.  Yo nací, eventualmente voy a morir.  ¡No es pesimista!  Es realista.  Ahora, qué quiere enseñarnos Dios con este pasaje.  Sabemos que no quiere que estemos cayendo en depresión o buscando vivir de manera extrema porque la vida se acaba.  Lo que quiere que hagamos es que cambiemos la perspectiva terrenal por una espiritual.  Quiere que cambiemos unos cuantos años de vida por una eternindad en el espíritu.  ¿Lo puedes entender ahora?  No se trata de una moda, tendencia o emoción.  Es perspectiva.  Todos los días tomamos decisiones sobre qué hacer mientras vivimos.  Basado en lo que acabamos de aprender, debemos estar convencidos que nuestros principios están acomodados de manera correcta y Dios está en primer lugar.  No mis deseos, no mi trabajo, no mi familia, no mi empresa, no mi cuenta de inversiones, no mis adicciones.  Dios.  Lo único eterno.  Has una pausa y medita en esto.  Medita en tus prioridades y examínalas versus tus actividades diarias.  ¿Están alineadas?

 

Oración

Señor

Gracias por tu palabra y por enseñarme tantas cosas a través de ella.  Te pido mi vida, mis pensamientos, prioridades y acciones estén alineados con tus principios y sean siempre una expresión de mi fe y entrega a Ti.  Te pido perdones mis pecados y siempre guíes mis pasos.  En Cristo Jesús.  Amén.

9 oct 2023

Salmos 49:7-9

"Nadie puede salvar a nadie ni pagarle a Dios rescate por la vida.  Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente para vivir por siempre sin ver la fosa."


 

Recuerdo cuando entré a trabajar a una empresa que había admirado desde hacía mucho tiempo.  ¡Una de las más importantes en el mundo!  Había asesores que tenían oficinas con vista al mar y otras además de la vista al mar eran muy grandes y en la esquina.  Me asombraba y obviamente pensaba que en algún momento me gustaría tener una.  Todos sabíamos quiénes eran los que tenían las oficinas grandes y eran “importantes”.  Lo interesante fue que un día, mientras caminaba afuera del edificio de mi oficina, me di cuenta que ninguno de los “importantes” de mi oficina figuraba dentro de los importantes en la calle.  ¡Nadie les hacía caso o “reverencia”!  Eran como cualquier otra persona.  ¡Obviamente que lo eran pero no lo entendía antes!  Lo mismo pasa con los artistas que tienen más fama.  Podrán ser reconocidos por muchos en la calle pero para otros como yo, que no tengo idea de la mayoría de ellos, pasarían totalmente desapercibidos. 

Bien.  ¿Qué quiero compartir con esto?  Pues que Dios nos advierte de todo lo que sabe que nos hará dudar o confundirnos sobre el valor de la vida, el alma y la riqueza terrenal.  Bien dijo Jesús a sus discípulos que la mujer viuda había puesto más que todos los demás aunque en dinero “terrenal” era mínimo.  Por el contrario, vemos mucha gente pensando que puede comprar su entrada al cielo.  Piensa que puede donar mucho dinero y apoyar causas sociales y con eso serán aprobados.  Dios es muy claro: nadie puede salvar a nadie ni pagarle a Dios rescate.  No se trata de ser bueno.  No se trata de poner tu propio parámetro y pensar que has hecho bien las cosas o no tan mal como otros.  Insisto en la claridad que establece Dios: nadie puede salvar a nadie.  ¿Entonces?  Necesitamos aceptar el sacrificio de Jesucristo y la gracia por la cual nos permite ser redimidos al creer en Él.  El dinero nos confunde.  Nos hace sentir “poderosos”.  Mientras más dinero tienes, más te puedes diferenciar de los demás.  Una casa más grande, en un lugar más exclusivo, con vista más bonita, con más y más y más…. Piénsalo por un momento.  Imagina la influencia que tienen las personas más ricas del mundo.  No hay nadie que no les tome la llamada si necesitan algo.  No hay nadie que no le gustaría conocerlos.  Sin embargo, tanto los más ricos como los más pobres empezaron y terminaron igual.  Sin nada.  Todos vamos en la misma dirección: la muerte.  La diferencia entre cada uno de nosotros no está en cuánto dinero hicimos en este mundo sino el impacto que tuvimos sirviendo a Dios pues sabemos que habrá recompensa en el cielo.  Todo el dinero y las propiedades se quedan mientras que nuestro servicio a Él se va con nosotros.

 

Oración.

Padre: gracias por recordarme y advertirme que el dinero me confunde y cambia mi perspectiva de la vida.  Gracias por mandar a Jesús para perdón de mis pecados y te pido que pueda vivir sirviéndote en todo momento.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén.