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9 mar 2021

Salmos 37:27-28 Apártate del mal, y haz el bien, y vivirás para siempre. Porque Jehová ama la rectitud, y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; mas la descendencia de los impíos será destruida.

No dejo de sorprenderme de cuán increíbles son los principios de Dios y el beneficio que siempre traen a nuestras vidas.  Escucho o leo sobre estudios que demuestran la importancia de dar gracias todos los días y tener el hábito de vivir agradecido.  También hay estudios sobre el gran impacto positivo que tiene el perdonar o negativo cuando nos aferramos a no hacerlo.  Aquellas personas que sirven, normalmente son más felices que los que no sirven.  Los que dan viven más plenos que los que no dan.  Y así, la lista sigue y sigue.  Por eso, cuando leo pasajes como el de hoy, no puedo más que entender cuánto nos ama Dios y cómo nos protege y guía por la mejor forma de vivir: apartándonos del mal y haciendo el bien.  Ahora, si fuera tan fácil como suena, no habría necesidad de las oraciones siguientes: Jehová ama la rectitud; no desampara y guarda a sus santos; los impíos son destruidos. 

Hacer el bien no siempre es fácil.  Apartarse del mal tampoco.

Es importantísimo entender y reconocer esto.  Estoy seguro que por esta razón muchos que dicen ser cristianos terminan cometiendo actos terribles.  Infidelidades.  Abusos tanto en drogas, físicos y verbales.  Violencia.  Falta de entendimiento en preferencias sexuales.  Estos son algunos ejemplos que se me ocurren pero no es una lista completa.  Tú debes pensar y discernir por ti mismo.  Dios quiere guardarte y promete que lo hará.  De nuestra parte lo que se necesita es reconocer que somos pecadores, pedir perdón y entender que Cristo murió por nosotros.  Así podemos ser reconciliados con el Padre y recibir sus promesas.  No todos reciben sus promesas.  No todos son hijos de Dios.

Recientemente leí cuando José es buscado por la esposa de Potifar para tener relaciones sexuales con él.  Sacó a todos los de la casa para que quedaran solos.  Se presentó ante José desnuda.  Prácticamente José no tenía nada que hacer más que acostarse con ella.  ¿Qué hizo?  ¡Correr!  No porque no quisiera acostarse con ella.  ¡Por supuesto que no!  Lo hizo porque sabía que debía apartarse del mal.  Lo hizo porque sabía que eso agradaría a Dios.  Sin embargo, las consecuencias de su decisión lo llevaron a la cárcel.  Si la historia terminara aquí, pensaríamos que Dios no cumple sus promesas.  Pero después de estar en la cárcel, ¡José termina siendo el segundo al Rey!

Tal vez siempre te has dejado seducir por el mal.  Tal vez corriste para apartarte del mal y estás sufriendo consecuencias como José que no esperabas ni parecen justas.  Hoy quiero recordarte que seguir a Dios es lo mejor que podemos hacer.  ¡No hay duda!  Deja atrás lo que te estorba para seguir Su voluntad.  Quita las cadenas que Cristo ya ha roto de tu pecado.  Camina por la luz que Él pone frente a ti.  No te desesperes.  Aunque parezca sin sentido, Dios te está apartando.  Te está guardando.  En su momento, lo entenderás y podrás dar gloria a Él y compartir el milagro que hizo en tu vida.

 

Oración

Señor: Gracias.  Gracias por recordarme que aquí estás.  Gracias por recordarme que me amas.  Gracias por nunca abandonarme.  Hoy te pido que me guíes para que siempre huya y me aparte del mal.  Te pido que siempre pueda escoger por hacer el bien.  Quiero vivir siguiendo tus principios y tus deseos por encima de los míos.  Te lo pido en el nombre de Jésus.  Amén