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26 nov 2019

Salmos 34:11-14 Vengan hijos míos y escúchenme, que voy a enseñarles el temor del Señor. El que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar mal y sus labios de proferir engaños; que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga.

Con el paso del tiempo, me doy cuenta que el dicho: más sabe el diablo por viejo que por diablo es sumamente cierto.  El conocimiento que conlleva la experiencia es verdaderamente sorprendente.  Cuando tienes 15 años piensas que lo sabes todo.  Después tienes 18 y ahora sí, piensas que lo sabes todo.  Llegas a los 24 y verdaderamente estás listo para conquistar al mundo.  Y así, año con año, hasta que comienzas a darte cuenta que sabes muy poco y todavía hay demasiado por conocer.  Ahora prestas atención a lo que otros pueden enseñarte de su experiencia.  Abres tus oídos para aprender y buscas equivocarte menos.  También hay una frase que me encanta de el creador de Amazon, Jeff Bezos en la que dice: antes de tomar cualquier decisión, imagina si a tus 80 años te hará sentir remordimiento o alegría de haberla tomado.  ¡Simplemente no podemos darle perspectiva y valor a la experiencia!  En este pasaje: David, la experiencia, está hablando.  Está compartiendo su sabiduría y, por consecuencia, buscando que cometamos los mismos errores.  “Vengan hijos míos y escúchenme que voy a enseñarles el temor del Señor”.  ¿Quieres aprender algo?  ¿Quieres gozar la vida?  ¿Quieres tener días felices?  Pon atención a lo que dice David en este pasaje: controla tu lengua y apártate del mal.  Controla tu lengua y apártate del mal.  Piénsalo.  Es un principio que va en contra de la sabiduría de hoy en día.  Si le preguntas a 1000 personas cómo serían felices y gozarían más de la vida, me parece que una gran mayoría haría énfasis en la importancia de tener mucho dinero, fama o poder.  Sin embargo, David, quién ha tenido esas tres cosas, ni siquiera menciona una de ellas.  Nos dice que controlemos nuestra lengua y nos apartemos del mal.  ¡Qué simple!  Al mismo tiempo resulta sumamente difícil cuando estamos en situaciones donde perdemos el control.
David tiene mucha credibilidad por el extraordinario ejemplo de vida.  En especial por los errores que cometió y lo que sufrió por ellos.  Si él nos dice que busquemos la paz, que nos apartemos del mal y que controlemos nuestra lengua para ser felices, no veo por qué no dedicar toda nuestra atención a hacerlo.  Por la mañana, pide a Dios que te muestre cuando tu boca no está siendo controlada; que te muestre cuando no estás buscando la paz.  Al terminar tu día, medita si estás gozoso.  Si no lo estás, medita si cumpliste con los principios que aprendiste hoy.  No dejes el aprendizaje de hoy en el olvido.  Recuerda.  El tiempo nos enseña mucho y podemos evitar muchos problemas simplemente escuchando a los que ya han vivido lo que nosotros aún no.

Oración
Padre: gracias por tus enseñanzas.  Gracias por preocuparte por mí y por mostrarme cómo puedo ser feliz.  Controla mi lengua.  Controla mis pensamientos y guíame para que mi vida te de gloria en todo momento.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén