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16 ene 2023

Salmos 44:2-3

Con tu mano echaste fuera a las naciones y en su lugar estableciste a nuestros padres; aplastaste a aquellos pueblos, y a nuestros padres los hiciste prosperar.  Porque no fue su espada la que conquistó la tierra, ni fue su brazo el que les dio la victoria: fue tu brazo, tu mano derecha; fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas.

 

Actualmente estoy leyendo el libro del Éxodo y estaba meditando en la mañana en cómo Faraón le pide a Moisés que por favor los libere de cada plaga o castigo que Dios manda a Egipto por no dejar salir a su pueblo, y Moisés tiene que ir con Dios a orar y pedirle que quite la plaga.  Me parece un poco sin sentido.  Dios le dijo lo que tenía que hacer a Moisés e incluso le dijo lo que iba a pasar (Faraón no los dejaría libres).  De todas maneras, en lugar de que Moisés regresara con Dios y le dijera: pues ya sabes lo que pasó y preguntara, qué sigue, se pone a orar e interceder por los egipcios para que Dios quitara cada plaga.  ¿Por qué?  Lo pienso y comparto porque el pasaje de hoy habla también sobre lo que Dios hizo y hace en nuestras vidas.  Nos da victorias.  Nos hace milagros.  Nos sorprende.  Nos confirma que Él reina.  Sin embargo, nosotros también tenemos que hacer algo.  ¿Qué debemos hacer?  Obedecer.  Por ejemplo, Gedeón va a la batalla con muy pocos hombres porque obedece a Dios al ir quitando a todos los que no cumplen con ciertos requisitos que Dios le menciona y terminan ganando batallas con todos los factores en su contra.  ¿Quién dio la victoria?  Dios.  ¿Quién luchó?  Gedeón y sus hombres.  Es una interacción perfecta.  No es Dios que solamente manda un rayo y “todo” se resuelve.  Siempre hay una parte que nosotros debemos cumplir.

El pasaje habla sobre las victorias que Dios dio a su pueblo.  Victorias que no hubieran podido haber logrado solos pues no tenían la capacidad militar ni la estrategia para realizarlo.  Por ejemplo, cuando Dios les entrega Jericó, no tenían armas para derribar los grandes muros de la ciudad, pero sí obedecieron caminando y marchando por 7 días consecutivos tal y como lo pidió Dios.

El pasaje nos dice que Dios nos ama.  Que nos da victorias.  Que su brazo lucha por nosotros.  ¿Esto lo puedes aplicar en tu vida?  ¿Qué estás viviendo que puedas relacionarlo con este pasaje y te sirva para poder tener paz pues la victoria es de Dios?  ¿Cómo puedes obedecer hoy para dejar que el Señor te de la victoria?  Piensa y medita en estas cosas.  Dios es real y quiere mostrarse poderosamente en tu vida.  No minimices lo que Jehová puede hacer.  Obedece y sigue su camino para después disfrutar de una vida llena de guerras ganadas por el brazo del Señor.

 

Oración,

Padre: Gracias por amarme y luchar por mí.  Gracias por todas las victorias que has traído a mi vida.  Te pido que pueda permanecer confiado en Ti y caminar conforme a tu voluntad, siempre en obediencia a Ti y dejando que Tú trabajes.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén.

4 ene 2023

Salmos 44:1


Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados.


 

El capítulo está por narrar lo que Dios hizo y tiene grandes cosas que aprender, sin embargo no quise dejar de avanzar del primer versículo pues quiero hacer hincapié en el impacto que tiene cuando compartimos nuestro testimonio con alguien más y qué mejor que, con nuestros propios hijos.

Así como queremos que nuestros hijos aprendan de nuestros errores y no los cometan nuevamente, el pasaje de hoy nos recuerda lo importante que es compartirles lo que Dios ha hecho en nuestras vidas.  Es importantísimo compartir las batallas peleadas y cómo Dios se encargó en que se convirtieran en batallas ganadas.  Ahora, si estás pensando en qué podrías compartirles te diría que les compartas lo que más trabajo te haya costado atravesar.  Diles tus errores y deja que vean que eres una persona común y corriente que se equivoca como todos los demás.  La diferencia es que, una vez que reconoces tu error, doblas tu rodilla, doblas tu orgullo y vas a pedir perdón al Señor.  Si no tienes hijos y tienes la oportunidad de compartir lo que Dios ha hecho en tu vida con alguien más, ¡no lo dudes!  Uno nunca sabe la profundidad y el impacto que tienen nuestras experiencias en los demás.  Hace un par de días tuve la oportunidad de compartir de Dios con otra persona y me emocionaba poder expresar lo increíble que es el Señor y cómo se ha encargado de contestar mis dudas sobre su existencia.  Le compartí que no todas las religiones son iguales y poco a poco fue entendiendo cómo es un engaño el pensar así.  Estoy seguro que, de no ser por mi decisión de obedecer a Dios por encima de mi voluntad, no hubiera podido compartir a Dios con esta persona con la misma pasión y emoción.  No es sino hasta que vivimos y experimentamos en carne propia el que Dios se vuelve real.

El versículo de hoy nos abre los ojos al impacto que tiene nuestro testimonio en la vida de los demás.  No minimices lo que ha pasado en tu vida.  ¡Al contrario!  Dios quiere utilizar nuestras alzas y bajas para que nos animemos los unos a los otros constantemente y caminemos juntos por el camino que Dios muestra.  Por último, este pasaje me da esperanza.  Esperanza que mis hijos no olvidarán lo que Dios ha hecho en mi vida y me recuerda lo importante que es compartirles mi historia constantemente y los milagros que Dios ha hecho en ella.

 

Oración

Señor: gracias.  Eres un Dios amoroso y bueno.  Te pido perdón por mis pecados y agradezco tu palabra que me guía siempre.  Ayúdame a tener valor para compartir todo lo que has hecho en mi vida y que otros puedan verte a través de mi testimonio.  Te lo pido en Cristo Jesús.   Amén.