Vistas de página en total

26 sept 2023

Salmos 49:5-7

¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia cuando me rodee la maldad de mis opresores?  ¿Temeré a los que confían en sus riquezas y se jactan de sus muchas posesiones?  Nadie puede salvar a nadie ni pagarle a Dios rescate por la vida.

 

Recientemente leí un excelente libro “I still believe” y trata de la vida de un cantante de música cristiana y cómo ha atravesado diferentes momentos difíciles en su vida.  Es tan interesante que terminaron haciendo una película con el mismo nombre del libro.  Lo que me pareció extremadamente interesante es cómo narra acerca de la muerte de su esposa unos pocos meses después de haberse casado.  Comprarte sus sentimientos, sus dudas, sus enojos, frustración e impotencia.  Donde más me sorprendí es que en un momento que se encuentra en un restaurante comiendo, ve a otra pareja discutiendo (o probablemente peleando) y explica cuántas ganas tiene de ir y gritarles que se tienen el uno al otro.  ¡Están vivos los dos!  ¿No se dan cuenta que cualquier cosa que estén discutiendo no tiene sentido visto desde la perspectiva de la vida o la muerte?  Lo triste es que muchas veces tenemos que sufrir para poder entender lo que Dios nos quería enseñar de una manera fácil.  Preferimos nuestro método.  Preferimos que Dios se haga a un lado porque lo tenemos bajo control.  Ahora, ¿qué tiene que ver esta historia con el pasaje de hoy?  Vuelve a leer detenidamente con el principio de tener la perspectiva de Dios.

Cuando todo va bien, leemos esto y pensamos, ¡Claro!  Siempre estaré fuerte y entendiendo que Dios tiene el control.  Pero cuando todo está de cabeza, cuando no entendemos por qué pasa lo que pasa, entonces sí, nos cuesta trabajo entender este pasaje.  Cuando no podemos ver “la luz” y nos sentimos aplastados, entonces sí que tememos todo.  Tememos del dinero; tememos de las enfermedades; tememos de nuestros trabajos; tememos de los demás.  

Es aquí donde realmente se dividen los que creen y quieren seguir a Dios de los que no.  ¿Cómo sabemos de qué lado estamos?  Los dos grupos tenemos miedos.  Los dos grupos sufrimos.  Los dos grupos podemos sentirnos sin dirección.  La diferencia radica en lo que hacemos después: Confiar en el Dios Todopoderoso.  Entregar los miedos y buscar ser renovados a través de su palabra y poder caminar “sobre el agua” hacia Jesús.  ¿Te queda más claro?  Los cristianos también tenemos miedos.  No debemos leer este pasaje pensando que no debemos de tener dudas o miedos.   ¡Al contrario!  Debemos meditar sobre esos sentimientos y pensamientos para luego pasarlos por la perspectiva de Dios y dejar que El muestre los pasos a seguir.  Solamente así podemos vivir sin temor.

 

Oración

Padre: gracias por tu palabra y tus enseñanzas.  Te entrego todos mis miedos, frustraciones, enojos y demás sentimientos que me acaban y apartan de ti.  Ayúdame a entender que tienes un cuidado especial de mí.  Ayúdame a no separarme de Ti.  Quiero que mis días sean llenos de tu paz y confiando en que no debo temer nada pues Tú estás conmigo.  En Cristo Jesús.  Amén