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19 ago 2008

Filemón 1:21-22

Te he escrito confiado en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo. Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido.



Últimamente he puesto mucha atención en cómo se comportan los niños. Estoy sorprendido en su inteligencia y cómo siendo tan pequeños aprenden a “manipular” a los padres para conseguir lo que quieren. Honestamente pienso que estamos viviendo un tiempo en el que la obediencia no tiene valor. No es difícil encontrar personas que no estén obedeciendo. Hay aquellos que no pagan impuestos, los que no obedecen señales de tráfico, los que pasan por alto las leyes, los que no guardan los mandamientos de Dios y al final, todos hacen lo que quieren.
Imagina que pudieras decir a alguien lo mismo que Pablo le dijo a Filemón: estoy confiado que obedecerás y ADEMÁS harás aun MÁS. “Sí que era otra época” dirán muchos. No es la época, son los principios.
La obediencia no es algo que se impone, se ENSEÑA. El método más efectivo es el ejemplo. Cuando uno es obediente y pide que los demás sean obedientes, sus palabras toman fuerza sobre los demás. Por el contrario, ¿cómo puede alguien pedir obediencia cuando su vida habla de lo opuesto?
Dios cambia vidas. Transforma al desobediente y restituye al perdido.
¿Puedes entender que tu vida debe hablar de tus principios? No se trata de que vayas diciendo que crees en Dios e incluso criticando a aquellos que hacen mal las cosas. Lo que debes buscar es que la gente pueda darse cuenta que eres una persona diferente. Que eres una persona que tiene principios y LOS CUMPLE. Después puedes aprovechar su curiosidad sobre tu forma de ser para compartir que Cristo es quien transformó tu vida.
La obediencia no es fácil. Se debe fomentar, trabajar y exigir.
Por otro lado, en el siguiente versículo, Pablo le pide a Filemón que prepare alojamiento pues quizá Dios le permita ir, contestando así las oraciones que probablemente Filemón y su gente habían estado haciendo.
Es interesante ver que Filemón oraba por Pablo y pedía a Dios el poder verlo nuevamente. Además Pablo aclara que es probable que por sus oraciones, él pueda “ser concedido”.
Muchas personas piensan que las oraciones no las escucha Dios o dependiendo el “grado de importancia” Dios sabrá a cuál le hace caso y a cual no. FALSO.
El Señor escucha las oraciones que le hacemos. Lo que puede variar es la RESPUESTA a esa oración, pero NUNCA pongas en duda que está siendo escuchada. Como escribí anteriormente, no podemos conocer ni entender los planes de Dios, pero podemos estar convencidos que son los mejores. Filemón quería recibir a Pablo y por ello le pedía a Dios que se lo concediera. Dependía de Dios el sí o el no, pero Filemón NO se quedó con las ganas de expresar su necesidad y deseo. Hoy te recomiendo que hagas lo mismo. Dile a Dios tus necesidades y deseos. Habla con Él. Abre tu corazón y expresa tus sentimientos. Puedes estar convencido que te escuchará.

Oración
Padre: te pido perdón porque sé que no soy obediente como Tú me lo pides. Quiero que me cambies y pueda ser un testimonio de obediencia. Ayúdame a obedecer en todo y a no hacer excepciones de lo que debo y no debo obedecer. También te pido por mis necesidades y mi fe para que siempre esté convencido que escuchas mis oraciones. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

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