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21 dic 2015

Salmos 21:7

El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísimo; por eso jamás caerá.



Es muy probable que ya conocieras este versículo o que supieras que, cuando confiamos en el Señor, nunca caerás.  La biblia nos repite una y otra vez la importancia de confiar en Dios cuando todo está de cabeza o simplemente cuando nuestra paz se ha ido.  Mientras tanto, nuestra carne nos encamina en otra dirección.  Tratamos de resolver las cosas.  Pensamos que no es algo en lo que debamos involucrar a Dios.  Ya sea por superfluo o por ser tan importante que no quieres que nadie intervenga.  Sea una u otra, el punto final es que tú tienes el control y tú quieres estar dirigiendo el barco.  Sin embargo, también sabemos que el Señor quiere transformar nuestro carácter y hacernos crecer espiritualmente.  Por ello permite que haya pruebas en nuestra vida.  Ojo, dije pruebas y no tentaciones porque Dios no puede tentarnos (Santiago 1:13).  Estas pruebas sirven para purificar tu fe y solidificarla.  Ayudan a entender en dónde está tu corazón, tu esperanza y tus deseos.  Personalmente puedo compartirte que mi vida laboral ha tenido varios momentos difíciles en los que necesito regresar a las “bases” y recordar que Dios tiene el control y en Él debo confiar.  En estos últimos meses en específico, se han juntado varias situaciones en las que he tenido que venir a Dios más y más para poder mantenerme en paz.  ¿Sabes?  Las pruebas no son fáciles.  A ninguno de nosotros le gusta la incertidumbre.  ¿Por qué nos pasa esto?  Si la biblia nos promete que confiando en El nunca caeremos, por qué hay momentos en los que seguimos dudando o simplemente sentimos que nos falta más certeza.  La respuesta es simple: Dios quiere que confíes más.  Tan simple y tan complicado al mismo tiempo.  Confiar más.  Hay ocasiones en las que confiamos por unas semanas, meses o años pero hay otras en las que a penas pasan unos minutos y nuevamente estamos inquietos.  Tienes que confiar más.  Las promesas de Dios siguen igual pero tu corazón no.  Tu corazón comienza a ejercitarse y constantemente empiezas a buscar al Señor para poder seguir adelante y recordar que en Él, nunca caerás.  Pides consejo a alguien que conoce de la palabra.  Buscas versículos en la biblia que te recuerdan de su gran amor.  Oras y vuelves a orar.  Pides que oren por ti y contigo.  Todo este tipo de acciones, van fortaleciendo tu fe y confianza en el Señor.  Piensa en esto: Dios no trae la misma prueba a todos por igual.  Cada uno de nosotros tiene una madurez distinta y el Señor irá puliendo poco a poco tu fe.  Recuerdo que hace muchos años no me gustaba compartir mis problemas o lo que estuviera atravesando.  Hoy en día, sin dudar, suelto todo lo que traigo en mi corazón y pido que oren conmigo.  Poco a poco el Señor va trabajando con nosotros.  Depende de ti y el decidirte y confiar al cien por ciento.  Dios ya ha cumplido con su parte.  Ahora te corresponde a ti entregarte a El y confiar cada día, cada instante en que en su amor, nunca caerás.

Oración

Padre: gracias por recordarme que en Ti puedo confiar y por consecuencia descansar.  Te entrego mis cargas y preocupaciones.  Quiero llevar tu carga que es ligera y seguirte en todo momento.  Una y otra vez quiero venir a tus pies y pedirte que me llenes de tu paz, de tu amor, de tu consuelo, de tu gracia y que nunca olvide que puedo confiar siempre en Ti.  Gracias por ser bueno conmigo aunque no lo merezca.  Gracias por seguir abriendo tus brazos para recibirme a pesar de que yo te he dado la espalda.  Gracias Padre por ser bueno.  En Cristo Jesús.  Amén

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