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2 sept 2020

Salmos 35:7-10 Ya que sin motivo me tendieron una trampa, y sin motivo cavaron una fosa para mí, que la ruina los tome por sorpresa; que caigan en su propia trampa, en la fosa que ellos mismos cavaron. Así mi alma se alegrará en el Señor y se deleitará en su salvación; así todo mi ser exclamará: “¿Quién como Tú, Señor?” Tú libras de los poderosos a los pobres; a los pobres y necesitados libras de aquellos que los explotan.

Conforme mis hijos crecen, me voy dando cuenta de cómo su mente comienza a mejorar en conectar y comprender cosas nuevas.  Se cuestionan sobre la vida y la muerte.  Lo que es real y lo que no.  Poco a poco sus mentes van mejorando y toman mejores decisiones.  Poco a poco van controlando más sus emociones y desarrollando su parte intelectual.  De la misma forma que los niños crecen, nosotros debemos hacer lo mismo espiritualmente.  Debemos “conectar” cómo Dios está trabajando en nuestro corazón a través de tal o cual prueba.  Debemos controlar nuestros impulsos y dejar de actuar como lo hacíamos antes.  David no llegó a escribir esto de un día para otro.  No llegó a esta madurez sin haber atravesado una infinidad de pruebas.  Pon atención a sus palabras.  Lee el pasaje nuevamente.  Recuerda que el capítulo se ha tratado de las injusticias que atraviesa y cómo pide, mejor dicho, clama a Dios para que Él y no los deseos de David haga justicia.  En este pasaje vemos un clímax de David.  Una cúspide de entendimiento entre David y Dios.  Por eso David dice: todo mi ser exclamará, ¿quién como Tú Señor?  ¡Una madurez digna de admirar!  Primero, entiende sus circunstancias.  Segundo, se da cuenta y expresa lo que siente.  Tercero, clama a Dios porque sus emociones lo abruman.  Cuarto, analiza sus opciones.  Quinto, decide que prefiere dejar que el Señor se encargue en lugar de buscar opciones por sí mismo.  ¡Excelente proceso para toma de decisiones!  ¿Cómo tomas tus decisiones?  ¿Lo primero que se te ocurra o sientas?  ¿No haces nada y te guardas todo?  David nos deja un ejemplo perfecto a seguir.  Sin restricciones sobre nuestros sentimientos.  Sin restricciones para acudir a Dios y clamar.  ¡Lo que sí restringe y frena son sus deseos de venganza y justicia propia!  No guarda sus sentimientos ni actúa conforme a ellos.  Los pone a los pies del Señor y de ahí deja que todo se “acomode”.  No.  No es imposible.  Si sientes que no puedes hacerlo es porque tienes miedo a ser transformado.  Si piensas que no se puede es porque tu comprensión de Dios es de un dios muy poco capaz.  Empieza con algo.  Pequeño o grande pero algo.  Una vez que lo hagas, ¡no frenes!  Poco a poco.  Granito a granito.  Conforme avancen los días y luego los años podrás voltear atrás y darte cuenta de cuánto has crecido.  Podrás darte cuenta de cuánto te ha bendecido Dios por tomar mejores decisiones conforme a Su voluntad.  David lo hizo.  ¡Tú puedes hacerlo!

 

Oración

Padre: Tú todo lo puedes.  Quita esa duda de mi sentir y mi mente.  ¡Transfórmame!  Cada día quiero crecer espiritualmente.  Quiero aprender a tomar mejores decisiones.  Quiero aprender a seguir tus principios y gozarme sabiendo que son mejores que los míos.  ¡Gracias Dios!  En Cristo Jesús.  Amén.

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