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10 sept 2012

Gálatas 2:9-10


En efecto, Jacobo, Pedro y Juan, que eran considerados columnas, al reconocer la gracia que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos.  Sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero.



Antes de que Pablo tuviera contacto con los apóstoles, él era una amenaza.  Él era despiadado.  Si se acercaba, probablemente tenían que huir o esconderse.  Pero Dios tenía unos planes distintos.  No se los informó a nadie.  No les dijo, Pedro, Juan y Jacobo, ustedes estén tranquilos y no se preocupen por lo que Pablo está haciendo a mi gente y a ustedes pues yo voy a transformar su corazón.  ¡Definitivamente no fue así!  Lo que los apóstoles sabían, era que Cristo había vencido a la muerte.  Sabían que era Dios.  Sabían que Él se encargaría de cuidarlos, guiarlos y bendecirlos.  Basaban su fe, esperanza, gozo y paz no en lo que veían y escuchaban sino en la palabra del Señor.  ¿Por qué hago énfasis en esto?  ¡Porque nuestra tranquilidad no puede depender de lo que podemos ver o entender!  Los planes de Dios son perfectos y ven mucho más allá de lo que pudiéramos imaginar.  ¿Cómo querer entender todo y reclamar cuando no nos parece algo?  Simplemente estamos siendo inmaduros.  Si confías en el Señor, tu paz no estaría condicionada a las circunstancias.  Tu felicidad no estaría basada en que pase esto o aquello.  Tu día a día tendría gozo porque confías y obedeces a Jehová.  Los apóstoles lo entendieron y no dedicaron ni un segundo de sus vidas en buscar la forma de escapar de Pablo o de cómo luchar contra lo que estaba haciendo.  Ellos se dedicaron a predicar y dejaron que el Señor se encargara de los problemas.  Por esta razón, cuando él llega y ven la transformación que Dios hizo, no les queda otra opción más que compartir el gozo y apoyarlo en su ministerio.  ¿Puedes ver lo profundo y grande de esto?
Por otro lado, quiero que veas lo importante que es apoyar a tu prójimo y en especial a los hermanos en la fe.  No critiques.  No juzgues.  Simplemente ama y sirve.  Los apóstoles tuvieron que entender que ellos habían sido rescatados por gracia.  Tenían que entender que no merecían lo que Cristo hizo por ellos.  Por esta razón, no podían reclamar ni criticar acerca de Pablo.  No pudieron hacer alusión a su pasado tan oscuro.  Imagina cómo hubieras reaccionado.  ¡Señor cómo es posible, ya se te olvidó lo que hizo esta persona!  Seguramente le hubiéramos reclamado porque así le reclamamos hoy.  Sabemos que tenemos que amar pero utilizamos pretextos y críticas para “librarnos” de ese compromiso.  Pensamos que podemos convencer al Señor de que existen aquellos “imposibles” de amar.  Señor, hizo esto y luego me hizo aquello.  Definitivamente no quieres que ame y perdone a esa persona pues mira todo el daño que ha hecho.  ¿Cuántas veces has querido justificar tu desobediencia?  Yo muchas.  No debemos seguir así.  Debemos madurar.  Debemos crecer espiritualmente.  ¡Ya no podemos seguir arrastrando nuestra antigua forma de pensar y de reaccionar!  Ama a tu prójimo.  Sirve.  Utiliza las bendiciones que has recibido para que otros también sean bendecidos.  Los apóstoles sabían que la gracia que recibieron era abundante y demasiada para guardarla.  Por esta razón, la extienden a Pablo y permiten que las bendiciones del Señor fluyan y lleguen a más personas.  Hagamos hoy lo mismo y vivamos en servicio y obediencia a Jehová.
Oración
Dios Padre: te pido perdón por mis pecados.  Te doy gracias por tu palabra y por mostrarme tu camino.  Te doy gracias por darme dirección y por llenarme de tantas bendiciones.  Gracias porque hoy puedo cambiar y vivir en esperanza y con fe en Ti.  Te pido Padre que pueda entender el ejemplo de los apóstoles y vivir amando y sirviendo conforme a tu voluntad y no conforme a mis prejuicios y críticas.  Gracias Señor por tu amor incondicional.  Gracias en el nombre de Jesús.  Amén 

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