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26 mar 2015

Salmos 6:1-3

No me reprendas, Señor, en tu ira; no me castigues en tu furor.  Tenme compasión, Señor, porque desfallezco; sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos.  Angustiada está mi alma ¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo?



Por más que me gustaría decirte que Dios siempre cumple con ciertos patrones, la realidad es que resulta imposible tratar de catalogarle y encerrarlo a aquello que se encuentra dentro de nuestra comprensión.  En el pasaje de hoy, vemos a David pidiendo a Dios que le sane.  Probablemente se encontraba enfermo por algún pecado que cometió.  Leyendo con detenimiento podemos ver la relación entre el castigo de Dios y la necesidad de ser sanado.  Por ello pienso que David se encontraba enfermo a causa de su pecado.  Pero, ¿cómo saber si Dios me está castigando?  ¿Cómo saber si mi enfermedad es causa de un pecado que cometí?  La verdad es que no podemos saberlo con precisión.  Lo que sí podemos saber, es que, independientemente la causa, el resultado en nosotros debe ser la humillación y el reconocimiento de nuestra necesidad de Dios y su gran misericordia al permitirnos acercarnos a Él sin merecerlo.  Piénsalo.  ¿No merecemos el castigo de Dios?  Se honesto.  ¿Cómo compararnos ante su perfección?  ¿Cómo tratar de ser buenos para ser perdonados o aceptados?  ¡Imposible! 
Tal vez hoy estás atravesando una enfermedad.  Ya sea personal o de algún ser querido.  Puede ser una enfermedad crónica, pasajera o terminal.  Si algo quiero que te quede grabado el día de hoy es que lo importante no es recuperar la salud.  Leíste bien.  La salud no debe ser el centro de tus oraciones sino la voluntad de Jehová y tu crecimiento espiritual.  David pide primero por compasión y luego por la salud.  Hagamos lo mismo.  Pidamos por compasión entendiendo que Dios es Dios y nosotros estamos muy por debajo de Él y no merecemos nada de Él.  Compasión.  Misericordia.  Pidamos por estas dos características.  Pidamos que nuestro orgullo sea aplastado para que deje de estorbar en nuestra comunión con Jehová.  Posteriormente, pidamos, si es la voluntad de Jehová, que la salud llegue.  ¿De qué sirve tener salud si nuestra alma se va al infierno?  La salud es pasajera mientras que el alma es eterna.  Piénsalo.  Medita en esto.  Tienes que aprender a discernir y así llegará el crecimiento espiritual.

Oración

Señor: no merezco lo que haces por mí.  No merezco tu perdón, tu misericordia, tu compasión y, sobre todo, tu infinito amor.  Gracias.  Gracias por darme tanto.  Gracias por estar ahí aunque yo te he dado la espalda.  Hoy quiero pedirte que tengas compasión de mí y que pueda aprender a buscar lo espiritual por encima de lo carnal.  Te pido pueda aprender a ver con tus ojos y confiar que tienes todo bajo control.  Perdona mis pecados Padre y escucha mi oración en Cristo Jesús.  Amén

1 comentario:

Anónimo dijo...

Santo, Santo, Santo
solo eres tu Señor 🙌