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5 mar 2015

Salmos 5:1-3

Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir.  Está atento a la voz de mi clamor, rey mío y Dios mío, porque a Ti oraré.  Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.



Personalmente he tenido dos etapas en mi vida como seguidor de Cristo.  La primera fue cuando, en su misericordia, le conocí y entendí que le necesitaba.  Aprendí de la biblia y me hacia sentido todo lo que decía.  Algunas cosas las hacía y otras pensaba que no eran tan relevantes o que las podía cambiar o trabajar después.  El tiempo pasó y no solo no trabajé en ello sino que empeoró.  No estoy diciendo que me fui de un extremo a otro pero poco a poco noté que se me complicaba poder vivir en congruencia entre lo que creía y lo que hacía.  La segunda etapa llegó cuando entendí que no podía llevar una doble vida.  Si decía creer en Dios, tenía que obedecerle al cien por ciento.  Tenía que dejar de poner pretextos.  Tenía que dejar de utilizarlo para los momentos en que estaba atrapado y olvidarlo cuando todo iba viento en popa.  ¡Gracias a Dios por ese momento!  Gracias a Dios por la oportunidad de entregar mi vida a Él tal cual me lo pide.  Obviamente sigo teniendo muchísimas cosas que trabajar pero mi prioridad ahora es Cristo.  Pienso que, gracias a esta entrega y compromiso, puedo entender las palabras de David en este Salmo: de mañana oirás mi voz y me presentaré delante de Ti y esperaré.  No voy a esperar a que no pueda más.  No voy a recurrir a mis ideas o mis contactos y mis fuerzas.  No voy a dejar que pase el día sin hacer nada al respecto.  No.  En la mañana.  A penas comience el día.  Voy a venir a Ti, a abrirte mi corazón y a esperar confiado.  ¡Eso es vivir en congruencia con lo que se cree!  ¿Cuántos están diciendo de Dios y memorizando versículos pero cuando llega la prueba lo último que hacen es acudir a Él?  ¿Cuántos están como yo lo estaba en mi primera etapa?  Simplemente aprendiendo pero no entregando realmente su vida al Señor.  ¿Estás en ese lugar?  ¡Sal de ahí!  La misma biblia nos dice que es mejor ser frío o caliente pero no tibio.  Lo que sea que traigas en la cabeza y que no sepas qué hacer, díselo al Señor.  Pide que escuche lo que quieres decirle y clama a Él a primera hora del día.  No puedes estar a la mitad todo el tiempo y tampoco te recomiendo esperes hasta que te encuentres entre la espada y la pared para realmente decidir por Cristo.  Hoy.  Ahora.  Toma el compromiso de cada día levantarte y entregar tu día al Señor.  Cada día confesar tus pecados y abrirle todo lo que está en tu mente y tu corazón.  Y lo más importante de todo, después de todo esto, aprender a esperar a que Dios se encargue de tu vida y acomode todo a Su tiempo y a Su manera.

Oración

Padre: heme aquí.  Mi corazón y mi vida abierta.  Confesándote mis pecados y arrepintiéndome de ellos.  No quiero llevar una doble vida.  No quiero venir a Ti solamente cuando ya no puedo más.  Quiero que mi vida siempre sea congruente entre lo que dice tu palabra y lo que hago cada día.  Quiero aprender a venir a Ti cada mañana y esperar.  Gracias Señor por tu amor y misericordia que derramas sobre mí.  En el nombre de Jesús.  Amén

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