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19 ene 2021

Salmos 37:7-8 Guarda silencio ante el Señor, y espera en Él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados. Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites pues esto conduce al mal.

Cuando leo pasajes como este, inmediatamente pienso en todos aquellos que dicen que la Biblia no sirve porque fue escrita hace mucho tiempo.  Estoy convencido que la gran mayoría de los que critican la Biblia, no han leído ni una tercera parte de ella y prácticamente todos los que la critican jamás la han estudiado.  ¿Por qué lo digo?  Muy simple.  Este pasaje nos abre los ojos al conocimiento tan profundo que Dios tiene de nosotros y del ser humano en general.  Sabe que hay envidias, corajes, enojos, ira, irritación, entre otros sentimientos dependiendo las circunstancias.  También sabe que tenemos dos formas de reaccionar: arreglando las cosas a nuestra manera o a la suya.  La primera opción, nos advierte que nuestro enojo, ira e irritación, nos llevarán a tomar malas decisiones, mientras que la segunda, nos llevará a crecer espiritualmente, tener paz, gozo y consuelo.  Ahora, hay un punto sumamente importante que aclarar.  Aunque la segunda opción es obvio que nos conviene más y es la mejor decisión, la primera siempre resulta más “natural” e incluso, se siente “bien” cuando la tomamos.  No así con la segunda opción.  Piénsalo.  ¿Qué es más fácil, guardar silencio cuando nos hacen enojar o dejar que nuestra ira se desborde por nuestra boca o cuerpo en general?  Obviamente las consecuencias son diferentes y es justamente lo que Dios nos está advirtiendo en estos versículos.  Entonces, si entendemos la dificultad de tomar la decisión correcta, entendemos también la necesidad de orar y prepararnos antes de que suceda un evento que nos haga perder el control.  Antes de que te encuentres en una situación donde tu irritación tome el control de tus decisiones, piensa en qué medidas puedes tomar para poder calmarte, guardar silencio y esperar con paciencia a que Dios acomode las cosas.  Un ejemplo puede ser salirte por un momento de donde sea que te encuentres.  Otro ejemplo podría ser simplemente pedir que la conversación continúe después.  También puedes orar en ese instante y pedir porque Dios te llene de paz y control de tu cuerpo.

Lo importante es entender que nuestro cuerpo nos hace reaccionar mal de una manera natural.  Las buenas decisiones y el crecimiento espiritual llegan cuando actuamos en contra de nuestro cuerpo y nuestros deseos.  Seguir a Dios no es tener el ánimo o la emoción de seguirlo sino un compromiso de hacer su voluntad por encima de la tuya.  ¡La recompensa al hacer esto es la bendición que recibes!

 

Oración

Padre: Ayúdame.  Entiendo que tu camino es mejor que el mío pero necesito dominar mi cuerpo.  Guíame para tomar mejores decisiones y no dejar que mi enojo, irritación o ira me lleven al mal como lo explica tu palabra.  Te pido que tu Espíritu que vive en mí me hable constantemente y pueda escucharlo cuando esté en situaciones complicadas.  Te pido perdones mis pecados y me guíes siempre.  En el nombre de Jesús.  Amén 

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