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1 mar 2013

Filipenses 4:2-3


Ruego a Evodia y también a Síntique que se pongan de acuerdo en el Señor.  Y a ti, mi fiel compañero, te pido que ayudes a estas mujeres que han luchado a mi lado en la obra del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.



Si a una persona que camina por la calle le preguntáramos sobre Cristo, lo más probable es que por lo menos haya escuchado de Él.  Pedro y Pablo vendrían un poco más abajo.  Personajes como Esteban o Timoteo serían menos “famosos”.  ¿Y qué decir de Evodia y Síntique?  ¿De Clemente?  Seguramente nadie sabría de quién estamos hablando.  De no ser por sus nombres tan extraños, la verdad es que ni yo me acordaría.  Pero hay alguien que no olvida.  Se llama Jehová.  Sabe perfectamente lo que hacemos pero sobre todo, conoce nuestros corazones.  A Él no se le olvida lo que hacemos para su obra.  Él nos ha añadido al libro de la vida.  El lugar más importante donde puede estar tu nombre.  Ahí escribe el nombre de quienes hemos recibido a Cristo y buscamos imitarlo.
Recientemente fue la entrega de los Oscares.  Uno de los premios más reconocidos para los amantes del cine.  ¿Qué actor (sin contar a Woody Allen) no querría estar en la lista de los nominados?  En algunos eventos exclusivos, se mandan invitaciones y solo aquellos que están en la lista pueden entrar.  Cada año, una de las firmas financieras más importantes del mundo, publica una lista en la que aparecen aquellos que han logrado ser socios.  Muchos desean estar en distintas listas y solamente algunos lo logran.  Pero hay una lista que pocas personas ponen atención y es la más importante de todas: la lista del libro de la vida.  Los nombres que aparecen representan personas que pasarán una eternidad en compañía de Dios.  ¿No te parecería la lista que más deberíamos desear?  Debería ser la más codiciada y demandada.  Pero este mundo está de cabeza y preferimos otras listas de menor importancia que nos parecen más atractivas.  
Pablo nos pide que estemos en paz entre hermanos.  Nos pide que nos apoyemos.  Y también nos recuerda que cada uno de nosotros estamos en la lista del libro de la vida.  Trabaja para el Señor.  No para el reconocimiento de los que te rodean.  Para el Señor.  Aunque a veces sea difícil, ten fe y obedece.  Aunque parezca insignificante, obedece.  Aunque parezca que sería mejor tomar otra decisión, no lo hagas, ten fe y actúa conforme a aquello que agrada al Señor.  Él sabrá recompensarte.  A Su tiempo.  A Su manera.  Pero de una cosa puedes estar seguro: tu nombre estará en el libro de la vida y te gozarás con el Señor al ver la lista de acciones que tomaste para darle gloria en todo lo que pudiste.  Por el contrario, que triste sería analizar una vida que conoce de Dios y prefirió esconderse siempre con tal de con comprometerse.

Oración
Padre: te pido perdones mis pecados.  Entiendo que Cristo murió por mí y que a través de Él puedo reconciliarme contigo.  Te pido que así sea.  Quiero estar en el libro de la vida.  Se que he deseado lo incorrecto pero hoy quiero buscar lo tuyo.  Guía mi vida en tu camino y conforme a tu voluntad.  Te pido me llenes de fe para dar los pasos que no puedo dar.  Te pido me llenes de fuerza para levantarme cuando no puedo más.  Llena mi vida Señor.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén

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