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22 mar 2013

Filipenses 4:14-17


Sin embargo, han hecho bien en participar conmigo en mi angustia.  Y ustedes mismos, filipenses, saben que en el principio de la obra del evangelio, cuando salí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en  mis ingresos y gastos, excepto ustedes.  Incluso a Tesalónica me enviaron ayuda una y otra vez para suplir mis necesidades.  No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, sino que trato de aumentar el crédito a su cuenta.



Hace mucho escuché una historia que decía algo así: un rey invitó a su pueblo a festejar y debían traer vino al banquete.  Uno de ellos pensó que no pasaría nada si en lugar de vino ponía agua pues se mezclaría con el vino de los demás y nadie lo notaría.  Finalmente, el día del banquete llega y cuando comienzan a servir el “vino” solamente sale agua.  ¿Qué tiene que ver esta historia con los versículos de hoy y nuestro día a día?  La ayuda y el servicio se hacen de manera inmediata.  No debes pensar que alguien más hará el trabajo.  No debes pensar que alguien lo hará mejor.  No debes pensar que no pasa nada si no actúas.  La realidad es que el Señor quiere utilizarte y debes aprender a pensar menos en ti y más en servir.  Piénsalo.  ¿Cuántas veces has dejado la oportunidad de ayudar a alguien porque involucraba demasiado sacrificio?  Los filipenses eran personas que decidieron apoyar a Pablo.  No pensaron: qué tal que otros ya lo están ayudando.  Probablemente ya le enviaron lo que necesita.  No.  Sabían que existía una necesidad y decidieron ponerse en acción.  Pablo dice: ninguna iglesia participó conmigo excepto ustedes.  Imagina que ellos hubieran dejado pasar esa oportunidad.  Imagina cuántas veces has dejado pasar esa oportunidad.  Involucra tiempo, esfuerzo y dedicación.  Ayudar no es sencillo pero es muy gratificante.  Hay muchas formas en las que puedes ayudar y lo mejor de todo es que puedes utilizar esa ayuda para llevar el mensaje de Jesús.  Recuerdo que hace muchos años llevamos comida al Reclusorio (cárcel) en México.  Para poder tomar esa comida, debían escuchar una predicación.  Una simple comida hizo que muchos decidieran quedarse y recibir el mensaje.  Así de sencillo puedes ayudar a tu prójimo y llevar el evangelio.  Allá afuera existe mucha necesidad.  Solamente debes estar dispuesto a ayudar y podrás encontrar infinidad de opciones para hacerlo.  Ahora, es importante que mantengas como prioridad el dar testimonio y predicar el evangelio.  ¿Qué sentido tiene ayudar si al final sus almas se pierden?  Por otro lado, ayudar a los hermanos en la fe debe tener un lugar muy especial en tu día a día.  Las palabras de Pablo nos dicen todo lo que debemos saber: no digo esto tratando de conseguir más sino para aumentar el crédito que merecen.  Aunque no lo creas, es muy probable que varias personas de las que conoces estén atravesando situaciones en las que necesitan ayuda.  Hay personas que no tienen dinero para comprar 3 comidas al día y están alabando al Señor a tu lado.  Pregunta a tus líderes cómo puedes ayudar.  Diles que estás disponible y que quieres servir.  Alguien en la calle te pide comida, dásela.  No pienses que el ayudar es para alguien más.  Tú y yo debemos ayudar a nuestros hermanos en la fe y a nuestro prójimo.  No dejes que las oportunidades sigan pasando y tú sin hacer nada.

Oración
Señor: perdóname.  He sido egoísta y no he ayudado.  Te pido que pongas en mi corazón el deseo de servir y ayudar.  Hoy entiendo la importancia de tomar acción y no pensar que alguien más realizará esa labor.  Señor, te pido que abras mis ojos y pueda ver las necesidades que hay a mi alrededor y que antes evitaba.  Permite que sea una herramienta para dar testimonio de ti y llevar tu mensaje a cada rincón.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

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