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2 jul 2014

Hebreos 10:19-21

Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios.



Al momento en que Jesús muere, nos dice la biblia que el velo del templo que dividía el Lugar Santísimo fue rasgado y quedó abierto.  No te dejes engañar por la palabra velo pues medía cuatro pulgadas de grueso lo que equivale a 10cm.  Como hemos aprendido, uno no podía simplemente entrar en el Lugar Santísimo.  Solamente el sacerdote y después de haber realizado un ritual que incluía el sacrificio de un animal inocente.  Dios se encargó de mostrarnos que el pecado nos separa de Él.  De manera tangible podían ver que no se podía entrar al Lugar Santísimo sin haber primero pedido expiación por los pecados.  Cuando Cristo muere y el velo es rasgado, no significa que nuestro pecado no nos separe más sino que el pecado ya no nos domina ni reina pues Jesús vino para darnos esperanza haciendo el sacrificio perfecto.  Ya no es necesario estar realizando sacrificios constantemente sino que el camino a Jehová quedó abierto con la sangre de Cristo.  Por esto, el pasaje nos dice: mediante la sangre de Jesús, tenemos libertad para entrar al Lugar Santísimo.  Gracias al sacrificio de Jesús, la separación entre nosotros y Dios queda anulada.  Insisto, no porque nuestro pecado deje de existir sino porque Cristo nos ha limpiado y perdonado con su sangre.  Esto es lo que yo considero la máxima expresión de amor y gracia.  Sin merecerlo.  Sin haber hecho absolutamente nada.  Cristo me amó y entregó su vida por mí.  ¡Increíble!  Como buen padre amoroso, intercambió mi condena y la sufrió por mí.  Pagó por mí.  Se entregó por mí.  ¿No te parece incomprensible tanto amor?  Pues ahora, ese amor que hemos recibido debemos vivirlo llevándolo a nuestro prójimo.  Perdona.  Ama.  Ayuda.  Comparte.  Predica.  Da testimonio.  Deja de pensar tanto en ti y piensa en tu prójimo.  ¿Cómo quiere Dios que seas utilizado?  El mundo está lleno de odios y rencores; de guerras entre familias, países e ideologías por falta de amor y perdón.  La gente se pregunta, ¿dónde está Dios en todo este caos?  La respuesta es sencilla: está presente esperando a que podamos reconocer nuestra necesidad de Él y aceptemos que su Hijo pagó por nuestros pecados.  Que no te confundan.  Dios no está alejado.  Tampoco es un Dios que no le interese lo que pasa en tu vida.  Incluso cuando existía el templo y se separaba el lugar santísimo, no significaba que Dios estaba excluido de los demás.  Él siempre te ha amado y siempre te amará.  Sin embargo, debes decidir si vas a reconocer tu naturaleza caída y pedir que Cristo limpie tus pecados y puedas ser perdonado.  Él ahora está como nuestro sacerdote frente a la familia de Dios y a la diestra del Padre.  Cristo ya cumplió su parte y ahora nos corresponde cumplir la nuestra.

Oración

Señor: perdóname.  Entiendo el gran sacrificio que hizo Jesús por mí y sobretodo que yo merecía todo ese sufrimiento.  Te pido que limpies mi vida y que ahora tenga a Jesús como mi sacerdote.  Quiero vivir conforme a tu palabra.  Te pido reines en mi vida.  En el nombre de Jesús.  Amén

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