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11 may 2010

Colosenses 3:18-19

Esposas, sométanse a sus esposos, como conviene en el Señor. Esposos, amen a sus esposas y no sean duros con ellas.


Pablo nos ha ido instruyendo en cómo comportarnos en nuestro camino con Jesús: busca las cosas de arriba, has morir la naturaleza terrenal, perdona, tolera, ama a tu prójimo, que gobierne la paz en tu corazón, instruye y escucha consejo, y así llegamos a los versículos de hoy. Si por mí fuera, eliminaba el versículo 19 y seguramente si por las mujeres fuera quitarían el 18. Pero gracias a Dios no se trata de decir lo que pienso ni ideas de alguien más. Gracias a Dios, tampoco tengo que ser el más santo e impecable para poder compartir estas palabras contigo. En la misericordia de Dios, hoy puedo reflexionar sobre el amor conyugal. Definitivamente he fallado y estoy seguro que tú también. No se trata de darnos cuenta quién es mejor o peor. Sin duda alguna, a los ojos de Dios, todos estamos en el proceso de ser transformados o ni siquiera lo hemos empezado. Cada vez que empezamos a juzgar o criticar con nuestros parámetros, estamos olvidando que es Dios a quien le corresponde ese papel. Esposas sujétense a sus maridos, esposos amen a sus esposas y no sean duros con ellas. Si juntamos los dos versículos, y pensamos en cumplirlos en su totalidad, la equidad vuelve y se tiene una armonía perfecta. ¿El problema? Nuestra incredulidad y orgullo se interponen a nuestra fe y compromiso con Dios.
¿Por qué he de sujetarme a mi marido? ¿Qué acaso soy inferior que él? Primero que nada, para Dios no hay inferior o superior. Es un mal pretexto que he escuchado muchas veces y es utilizado para poder justificar su postura y no exponerse a ser analizado a través de la mira de Dios. ¿Amar a mi esposa y no ser duro con ella? Pero a veces es necesario mostrar severidad.
Mujeres, probablemente pueda ayudarles el conocer la manera en que Dios nos pide que las amemos: Efesios 5:25 nos dice que debemos amarlas como Cristo amó a la iglesia. Efesios 5:28 dice que debemos amarlas como a nuestros propios cuerpos. ¿Qué hombre no tiene cuidado de su propio cuerpo? ¿Cómo amó Cristo a la iglesia? Simplemente entregó su vida por ella…
Tal vez no te has animado a obedecer al cien estos mandamientos por el resultado que pudiera tener. Pensamos en lo que nos pudiera afectar. Pensamos que podríamos ser débiles y que nos van a ver la cara. En realidad pensamos solamente en nosotros mismos. Hoy, contra mi orgullo (y probablemente el tuyo), te animo a que obedezcamos a Dios y que confiemos en su palabra. No esperes a que la otra persona cambie. No esperes a que pase algo para actuar. Hoy. Ahora. Es el momento de obedecer en esto que tanto trabajo cuesta.

Oración
Padre: Tú sabes lo difícil que es el dejarte dirigir mi vida y confiar al cien por ciento en Ti, pero también estoy convencido que me amas y buscas mi bien. Necesito ser transformado por Ti. Necesito que pongas amor en mi vida, fe, respeto y que aprenda a obedecerte a través de mi pareja. Perdona si no he amado-sujetado como Tú me lo has pedido. Ayúdame a pensar en Ti y no en mí. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que palabras mas hermosa que Dios nuestro padre celestial nos enseña.

Un Tiempo con Dios dijo...

¡Así es!

Anónimo dijo...

dangel

Anónimo dijo...

Amen