Vistas de página en total

2 ago 2023

Salmos 46:1-3 Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, nuestra segura ayuda en tiempos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes.

Este pasaje me hace meditar en muchas cosas.  Actualmente estoy leyendo el libro de Isaías y me sorprende que ¡había profetas que decían mentiras!  Le decían al rey que ganarían alguna batalla, luego llegaba Isaías a decir que eso no era palabra de Dios y el rey se molestaba y no le hacía caso para terminar sufriendo la derrota porque Isaías sí estaba diciendo la verdad.  También pienso en la historia que cuenta Jesús sobre la vid y cómo debemos permanecer en Él.  Jesús nos enseña que si le amamos, se demuestra con nuestra obediencia a sus mandamientos.  También nos enseña sobre aquellos que dicen su nombre pero no pertenecen a Él.  Comparto todos estos pensamientos porque los salmos, y la biblia en general, hablan constantemente de las pruebas y los momentos difíciles.  Una y otra vez se nos recuerda que la vida es dura y tenemos que aprender a clamar a Dios.  Pero esto no es tan fácil si no cumplimos con todo lo que escribí anteriormente.  No podemos clamar a Dios si no somos sus hijos.  No podemos tener comunión con Él si no nos hemos arrepentido de nuestros pecados.  No podemos pedir por su rescate si no le obedecemos.  No podemos pedir porque nos llene de paz si al mismo tiempo no permanecemos en Él.  Lee con atención los versículos nuevamente.  Si queremos tener una vida plena y firme en Él para poder repetir estas palabras, forzosamente necesitamos mucho más que una buena voluntad.  Es como pensar que por el hecho de querer algo lo podemos lograr.  Por más que tenga buenas intenciones de ser el mejor golfista, corredor, tenista o cualquier otra profesión, necesito atravesar por un proceso de decisiones y disciplina para lograr ese objetivo.  De la misma manera sucede con Dios.  No podemos tener gran fe de un día para otro solo porque la deseamos.  La fe para poder decir que Dios es tu refugio, fortaleza y ayuda en tiempos de angustia llega cuando estas convencido que eres su hijo, cuando lees y estudias su palabra, cuando pasas tiempo en oración y obedeces sus principios por encima de tus deseos e impulsos.  ¡Solamente así podrás comenzarte a acercar a la plenitud de esa certeza en Dios!  Piénsalo.  Jesús nos dejó un gran ejemplo en la parábola de las semillas.  Si no crecemos buenas raíces en tierra fértil, con cualquier prueba nos vamos a caer sin saber cómo levantar.  Jesús nos advirtió sobre lo difícil que es la vida mientras que al mismo tiempo su palabra nos llena de paz y aliento.  ¡No nos deja solos!  Lo único es que depende de ti y de mí el dejar atrás nuestro egocentrismo y naturaleza caída para que entonces Él pueda verdaderamente dirigir nuestros pasos.

 

Oración.

Padre: Alabado seas.  Gracias por no dejarme nunca y por tu palabra llena de sabiduría.  Ayúdame a ponerte por encima de todo en mi vida y obedecerte sin restricción.  Te pido seas siempre mi roca y rescate.  En el nombre de Jesús.  Amén.

No hay comentarios: