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20 jul 2010

Proverbios 20:3

Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito.



La versión reina Valera dice: …mas todo insensato se envolverá en ella.
Estoy convencido que es más fácil entrar en discusión que evitarla. Todo se complica cuando nuestro punto de vista, nuestras ideas y sobre todo nuestro orgullo están de por medio. Me gusta la descripción de Reina Valera al explicar que cuando entramos en algún pleito o discusión y en lugar de frenarla le damos vida, nos vemos envueltos por la misma pelea y de ahí nada bueno puede salir. Cuando un pleito nos envuelve, nos quita la claridad para pensar, la humildad en el corazón no está a la vista sino fuera de esa envoltura, el amor al prójimo queda en el olvido junto con el respeto. Lo único que ha sobrevivido es el odio, el orgullo y los deseos de “vencer”. ¿Cuántas veces lo seguiremos haciendo? Es muy probable que ya hayas vivido algo así, que te hayas peleado con algún ser querido, con algún compañero de trabajo o alguien en la calle. Te dieron un golpe en tu “punto frágil” y explotaste. Te dejaste envolver por la furia. Te dejaste dominar por la ira. Diste rienda suelta a la contienda en lugar de buscar evitarla. Nuestro Dios conoce perfectamente lo que pasa por nuestra mente. Sabe que si no ponemos dominio sobre nuestro ser, los resultados pueden ser muy destructivos. Por eso su palabra está llena de principios y mandamientos, para guiarnos a una mejor vida. Para evitarnos caer en problemas que no sabremos resolver. Para llevarnos a una mejor comunión con Él. ¿Acaso crees que el honrar a tus padres, no mentir, no cometer adulterio, tienen como propósito el que Dios sea más dios? El propósito de sus mandamientos es mostrarnos un camino distinto al que conocemos. Un camino mejor. Observa a tu alrededor. Cuando te encuentres en medio del tráfico rumbo a tu trabajo, date cuenta del estado de la gente. Cuando veas personas discutiendo y perdiendo todo tipo de cordura, es en ese momento cuando decidimos tomar las riendas de nuestros impulsos y echamos todo a perder. Tú conoces las consecuencias. Las has vivido una y otra vez. ¿Cuántas veces más?
Hay un programa que me gusta mucho acerca de un entrenador de perros que enseña a las personas la psicología del perro. Perros que parecían no tener solución, se vuelven tranquilos y dóciles al entender que su dueño es el que toma las decisiones. El resultado es bueno para todos, tanto para el perro, el dueño y los vecinos. Así mismo me gustaría que pusiéramos atención a nuestro “entrenador” Dios y escucháramos con gran atención a todas las correcciones que nos hace en cada día que vivimos. Dejarnos corregir y dócilmente aceptar nuestro error. Recuerda, dar rienda suelta a tus enojos, pleitos y contiendas no trae nada bueno, por el contrario, es honroso, sabio y correcto el evitarla.

Oración
Señor: Tú sabes lo difícil que es para mí controlar mi carácter. Perdona que termine envuelto en pleitos y no te deje trabajar en mi corazón. Te pido que me transformes. Te pido que pueda escuchar tu voz cuando las cosas se salen de control. Corrige mi vida Señor. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

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