Vistas de página en total

2 dic 2010

Hechos 5:1-2

Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una propiedad, y se quedó con parte del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo la otra parte, la puso a los pies de los apóstoles.



La biblia no es una novela o cuento con personajes perfectos y maravillosos. Nosotros somos quienes cambian su esencia y vemos a David, Moisés o a Pablo como personas intachables y perfectas. No lo fueron. Eran humanos como tú y como yo. Sí. Pablo, Daniel, Abraham y tú son iguales. Hombres. No santos. No perfectos. No divinos. Me gusta leer versículos como el de hoy en el que se evidencia nuestra naturaleza humana. Si bien, todos estaban vendiendo sus propiedades y había bendición, nos encontramos con que no todo era perfecto. Había un matrimonio que no se sentía cómodo vendiendo y entregando su propiedad. Ananías y su mujer acudían a escuchar las predicaciones de Pedro y Juan. Probablemente les gustaba escuchar de la palabra de Dios y buscaban comunión con Él. Pero algo en su corazón empezó a dar vueltas y su mente lo dejó crecer. “no me gusta la idea de entregar todo a los apóstoles” le dijo a su esposa. “a mí tampoco” contestó. “Creo que podríamos venderlo y quedarnos con una parte, así si algo sale mal o distinto a nuestros planes, siempre podremos acudir a ese dinero.” “Me parece una excelente idea. Además, nunca sabrán en cuánto lo vendimos” dijo la esposa. Si bien, la conversación es imaginaria, creo que hay gran posibilidad de que haya sido algo similar. ¿Por qué? ¡Porque nosotros actuamos igual! Nos gusta escuchar de Dios. Nos gusta convivir con personas entregadas a Él. Nos gusta pensar en su amor y su misericordia. Pero cuando vienen las pruebas, cuando Dios busca pulir nuestro corazón y poner a prueba nuestra fe, todo se viene abajo y damos uno o varios pasos atrás. El Señor nos muestra su plan claramente y nosotros le agregamos esto y aquello “para prevenir” decimos. ¿Prevenir por si el plan de Dios sale mal? ¿No te parece irónico? En realidad lo que estamos haciendo es ¡tomar precauciones por si el plan de Dios no nos gusta! Pensamos que si cambiamos esto o aquello “podremos” seguir como antes. ¿De qué les servía a Ananías y su mujer quedarse con parte del dinero si todo se repartía y recibirían cualquier cosa para cubrir su necesidad? ¡De nada! De igual forma no sirve de nada cuando queremos “mejorar/alterar” los planes de Dios. Es tiempo de confiar y entregar nuestra vida. No podemos vivir diciendo que creemos en Dios pero nunca nos entregamos a Él por completo sino que buscamos la manera de hacer nuestros planes y complementarlos con los que Dios diga. Piénsalo. Primero está Jehová. Después tú.

Oración
Padre Santo: Tú conoces mi corazón, te pido que lo examines y me permitas darme cuenta cuánto debo cambiar. Quiero vivir entregado y comprometido a Ti, teniendo comunión y viviendo conforme a tu voluntad. No permitas que caiga en tentación como lo hizo Ananías. Ayúdame a permanecer en Ti. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

No hay comentarios: