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4 oct 2013

1 Juan 2:15-17

No amen al mundo ni nada de lo que hay en él.  Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre.  Porque nada de lo que hay en el mundo, los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida, proviene del Padre sino del mundo.  El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.



Cuando era niño pensaba que hacer lo malo sería fácil de reconocer y evitar.  Pensaba que sería desagradable.  Que simplemente no habría motivación alguna para hacer algo malo.  ¡Gran sorpresa conforme crecí!  ¡Resulta que gran parte de lo que no debemos hacer es sumamente divertido o causa un gran placer!  Sí.  Leíste bien.  No podemos seguir teniendo el concepto de niños con respecto a aquello que va en contra de la voluntad de Dios.  Te voy a dar unos ejemplos para explicarme mejor.  Cuando alguien nos hace un daño, nuestro cuerpo grita por dentro que nos desquitemos y les devolvamos el mal que nos hicieron.  ¡Definitivamente nuestra mente no piensa en poner la otra mejilla!  Emborracharse o tomar cualquier otro tipo de droga resulta sumamente divertido.  Las relaciones sexuales son sumamente placenteras sin importar que sean dentro o fuera del matrimonio.  ¿Puedes entender hacia dónde voy?  Quiero que dejemos de ser niños y crezcamos.  Quiero que seamos honestos con nosotros mismos y abramos nuestro corazón y nuestros deseos al Señor.  Quiero que te des cuenta de cuánto amas al mundo y cuánto trabajo tiene que hacer Dios en tu vida.  Si partimos de la base que, lo que el mundo ofrece trae ciertas recompensas, podemos atacar el problema de manera más eficiente.  ¿Sabes?  Es normal confundirse.  Por un lado le llaman malos deseos del cuerpo, mientras que cuando los experimentamos no parecen tener nada malo.  El mundo es sumamente atractivo y Dios nos dice que no lo amemos.  Nos dice que aquellos que le aman, no tienen al Padre. 
¿Cómo evitar amar al mundo?  ¿Cómo darse cuenta si amo al mundo? 
La respuesta a la primera interrogante llega con la fe y el entendimiento.  Primero debes creer que el camino de Dios es mejor que lo que se te está presentando sin importar que haya gozo o placer de por medio.  Posteriormente podrás tener entendimiento y te darás cuenta de cómo aquello que es placentero, puede dejarte sumamente vacío, mientras que el camino de Dios, aunque difícil y en contra de lo que tú harías, resulta ser de enorme bendición y llena tu vida.  Con respecto a la segunda interrogante, trata de recordar alguna prueba que hayas tenido.  Tal vez hoy en día estás pasando por una situación complicada.  Pregúntate, qué haría Jesús en mi lugar; qué quiere Dios que haga; qué me corresponde hacer como esposo(a), hijo, padre, etc.  Normalmente, la voluntad de Dios va en contra de lo que nuestro cuerpo quiere hacer.  Medita en esto.  ¿Estás evitando hacer la voluntad de Dios porque no te gusta lo que tendrías que hacer?  Esto se llama amor al mundo o amor a la carne.  Ojo, no te estoy criticando.  No estoy diciendo que sea fácil.  ¡Al contrario!  Por eso escribí al principio lo equivocados que crecemos como niños.  Pero lo que debemos entender como seguidores de Cristo, es que nuestra vida va más allá del día a día.  Debemos aprender a tener fe y dar pasos en la dirección que muestra Dios.  Solamente así podrás experimentar la paz y la plenitud que el Señor trae a nuestras vidas cuando le obedecemos.  De lo contrario, estarás buscando toda tu vida en el mundo esa satisfacción y esa plenitud en lugares equivocados.  Debemos entender que todo, absolutamente todo lo que hay en este mundo, sin importar lo mucho que llame nuestra atención, es de corta duración.  Juan nos dice: el mundo se acaba con sus malos deseos pero la voluntad de Dios permanece.  Toma la decisión correcta.  Probablemente sea la difícil, pero será la mejor.

Oración
Señor: perdóname.  Tú sabes lo que hay en mi corazón.  Tú sabes lo que hay en mis pensamientos.  Te pido que me transformes y puedas poner tu amor y tu paz en mi.  Te pido que pueda dar esos pasos en tu dirección y deje de caminar hacia el mundo y hacia donde mi cuerpo rija.  Hoy entiendo que el mundo termina y está vacío mientras que tú permaneces y eres pleno.  Toma mi vida Señor.  En Cristo Jesús.  Amén

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