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16 oct 2013

1 Juan 3:2-3


Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser.  Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como Él es.  Todo el que tiene esta esperanza en Cristo, se purifica a sí mismo, así como Él es puro.



¿A qué se refiere Juan?  ¿Qué debe manifestarse?  Lo que Juan nos está diciendo, es que el día en que seamos llamados, ya sea que Cristo venga o muramos, dejaremos este cuerpo y quedará solamente nuestra alma.  Dejaremos atrás el pecado porque nuestra carne no será motivo de tener una naturaleza caída.  Jesús nos ha limpiado y perdonado.  Por consecuencia, seremos semejantes a Cristo.  Además, Juan nos dice que todo aquél que tiene esta esperanza, la de ser semejante a Cristo al morir, se purifica a sí mismo.  ¿Cómo sucede esto?  La biblia nos dice que una persona puede tener comunión con Dios a través de su Hijo Jesucristo.  Nadie más es intercesor.  No hay ningún otro medio para poder llegar a Dios Padre que Cristo Jesús.  También, su palabra nos enseña que la salvación, el derecho de ir al cielo a la presencia de Dios, no es algo que se gane por obras o esfuerzos.  No.  Se recibe por gracia.  Un regalo del Señor.  ¿No estás convencido?  Piensa en esto.  ¿Acaso hiciste algo para merecer tener comunión con Dios?  ¡Por supuesto que no!  Hemos sido rescatados por la absoluta gracia y misericordia de Dios.  Una vez que podemos entender este principio, nuestra vida es transformada y sobre todo, ahora tenemos una esperanza: Cristo.  Por esta razón, cuando una persona tiene la esperanza de ser semejante a Cristo, se purifica a sí miso, no por lo que hace sino por lo que Cristo ya hizo.
Sé que hay muchos detalles “técnicos” en el pasaje de hoy.  Pero debemos crecer en nuestra vida espiritual.  Hay principios que es importante dominar y tener claros.  Por eso nuestro Dios dejó su palabra.  Para que tengamos certeza de lo que nos pasa y sobre todo de lo que nos ocurrirá.  Imagina vivir sin saber qué pasa al morir.  O peor aún, tener que inventar algo en tu mente para “consolar” tu incertidumbre.  Dios nos conoce.  ¡Él nos creó!  Por ello nos deja un plan.  Por eso nos da esperanza.  Por eso nos da paz.  Por eso nos da consuelo.  Son pasajes como el de hoy los que nos muestran los atributos de nuestro Dios.  Parecen no tener mucha información pero al estudiarlos y meditar en ellos, podemos darnos cuenta de que tienen gran impacto a nuestras vidas.  Hoy te animo a que hagas justamente eso.  Medita en tu crecimiento espiritual.  Medita en tus principios y examina si están alineados con los del Señor.  Cuestiona tu esperanza.  Cuestiona tus creencias.  ¿Estás confiado en que Dios es tu salvador?  ¿Buscas entregarle tu vida cada día al levantarte?  Si el día de hoy fueras llamado ¿qué tan “presentable” llegarías?
Recuerda, la esperanza que hemos recibido es por gracia.  Por amor de Dios.  No podemos quedarnos con esa bendición.  ¡Es necesario compartirla!  Vive siendo testimonio de Cristo y busca que aquellos que te rodean puedan venir a Sus pies y tener esta esperanza tan increíble que hemos recibido.

Oración
Padre: te doy gracias por tu amor y sobre todo por tu gracia.  Te doy gracias por traer esperanza a mi vida.  Te doy gracias por darle sentido a mi vida.  Te pido que pueda ser testimonio a aquellos que me rodean y pueda llevar esperanza.  En el nombre de Cristo Jesús.  Amén 

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