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7 oct 2013

1 Juan 2:18-19


Queridos hijos, ésta es la hora final, y así como ustedes oyeron que el anticristo vendría, muchos son los anticristos que han surgido ya.  Por eso nos damos cuenta de que ésta es la hora final.  Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros.  Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros.



Me gusta mucho platicar con la gente.  Me gusta conocer sus puntos de vista.  Me gusta enterarme de lo que piensan sobre el cristianismo y religión en general.  ¿sabes?  Un comentario común con el que me encuentro es: creo en Dios pero no en la iglesia; creo en un ser superior pero no creo que otro ser humano como yo pueda perdonarme mis pecados.  Después de escucharlos, medito en lo que estamos haciendo mal.  ¿Qué podemos hacer para que la gente vea a Cristo y no a nosotros?  ¿Qué podemos hacer para que sea Su amor, Su paz, Su perdón y Su gracia las que abunden en nuestras congregaciones?  La respuesta la tenemos en el pasaje de hoy: debemos predicar el ejemplo de Cristo.  Debemos advertir que nosotros, por más que intentemos, siempre tropezaremos.  Sí, nos levantaremos y seguiremos pegados a nuestro Señor para seguir creciendo, pero no debemos ser el ejemplo a seguir ni los reflectores deben apuntar hacia nosotros.  El pasaje nos dice que varios anticristos habían salido.  ¿De dónde?  De la misma iglesia.  No de un grupo de ateos.  No de un culto satánico.  No.  De la misma iglesia salieron.  ¿Por qué es importante entender esto?  Porque debes entender que la iglesia tampoco es perfecta.  Recuerda que todos los que asistimos, hemos reconocido que estamos enfermos y queremos ser curados.  Ninguno de los que está ahí está sano.  Pero además, no todos los que asisten son parte del cuerpo de Cristo.  Esto no solo lo vemos aquí.  El mismo Jesús dentro de su grupo de 12 discípulos, tuvo uno que nunca perteneció a pesar de haberlo acompañado y visto los milagros y el ejemplo tan perfecto.  Debes saber que la iglesia no es perfecta.  Además, debes saber que la iglesia tiene personas que atienden y se congregan pero no son parte de ella.  Pueden incluso estar involucrados como lo estuvo Judas, pero su corazón no está con el Señor.
Entonces, cuidemos a nuestra congregación orando por ella.  Busquemos predicar a Cristo y que Él sea siempre el ejemplo.  Reconozcamos que la congregación es un hospital y cada uno de nosotros necesita ser sanado.  No juzguemos al de a lado sino oremos los unos por los otros.  Estemos advertidos que dentro de nuestra congregación, habrán personas que no pertenecen al cuerpo de Cristo.  Cuidémonos como hermanos para que estas personas no nos arrastren.  Por último, imitemos a Jesús en todo lo que hagamos.  Que su amor reine.  Que su paz se manifieste.  Que su gracia abunde.  Solo así podremos llevar y promover la reconciliación correctamente.

Oración
Dios Padre: gracias.  Tu palabra siempre está llena de sabiduría y te agradezco que la pueda leer y estudiar libremente.  Te pido que mi vida sea siempre conforme a tu voluntad y mis acciones sean conforme al corazón de Jesús.  Te pido por mi congregación para que no nos apartemos de ti.  En el nombre de Jesús.  Amén 

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