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11 sept 2015

Salmos 18:3-5

Invoco al Señor que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.  Los lazos de la muerte me envolvieron, los torrentes destructores me abrumaron.  Me enredaron los brazos del sepulcro y me encontré ante las trampas de la muerte. 



En este año, en la iglesia que atiendo lanzaron un proyecto que me fascina.  Se llama “góspel central”.  Consiste en testimonios de personas que han entregado su vida a Cristo y cada uno de ellos pone “etiquetas” dependiendo el tipo de situaciones que atravesaron.  Por ejemplo: adicciones, abusos, prostitución, maltrato, abandono, aborto entre muchas otras cosas.  ¿El propósito?  Ayudarnos a compartir el evangelio con aquellos que dicen: tú no me entiendes, tú no sabes por lo que yo estoy atravesando.  Entonces, mi respuesta es: tienes razón, yo no lo entiendo pero mira este video de esta persona que atravesó por algo similar y hoy está entregando su vida a Jehová para salir adelante.  Si bien, es una excelente herramienta, la biblia no deja de ser plena.  La vida de David es sumamente útil para todos aquellos que atravesamos momentos difíciles.  Simplemente vuelve a leer el pasaje y date cuenta de todo lo que tuvo que atravesar: lazos de la muerte, torrentes destructores, enredados sus brazos al sepulcro y trampas de la muerte.  En otras palabras: estuvo a punto de morir.  Honestamente no puedo pensar en una situación más complicada pero no se trata de competencias para encontrar a aquél que más ha sufrido sino a los que han escogido dejar de sufrir, entregando sus cargas al Señor para llevar la Suya que es ligera.  ¿Lo puedes entender?  David sufrió sin merecerlo.  Atravesó por injusticias y estuvo a punto de morir.  ¿En dónde estás parado?  ¿Qué tan grave o incierta es tu situación?  ¿Crees que Dios puede hacer algo al respecto?  David escribe este Salmo siendo ya rey de Judá y dice: invoco al Señor que es digno de alabanza y quedo a salvo de mis enemigos.  ¿Sabes?  A veces el Señor tiene que enseñarnos mucho antes de poder darnos responsabilidades.  David no dijo: en mi ejército tengo confianza.  En mi reino tengo el poder.  Él pudo entender que su reino y nada en este mundo pueden compararse con el clamor a Jehová y nuestra confianza depositada en Él.  Medita en dónde está tu confianza.  Reflexiona en dónde estás depositando tu paz y tu escudo.  ¿Realmente es Dios quien gobierna y dirige tu vida?

Oración

Padre: Alabado seas.  Eres digno de toda la gloria y alabanza.  Gracias Señor por tu amor y sobre todo por tu palabra que es luz a mi camino.  Gracias por darle sentido a mi vida a pesar de las circunstancias adversas.  Gracias por traer esperanza cuando todo está de cabeza.  Gracias por llenarme de tu paz cuando no veo ninguna solución a mis problemas.  Padre, reina en mi vida siempre y no permitas que me aparte de Ti.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén.

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