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18 mar 2010

Colosenses 2:9-10

Toda plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud.



Dentro de las pocas cosas que puedes creer en lo que escuchas a tu alrededor, es que estás conformado por dos partes: cuerpo y alma. Tienes tu parte carnal y tu parte espiritual. Hoy debemos aprender sobre esa parte espiritual, en la cual, a través de Jesucristo, recibimos la plenitud de Dios.
Primero, es necesario entender que se recibe y no se gana. Es un regalo, no un premio. Es la consecuencia de aceptar tus pecados, arrepentirte y reconocer tu necesidad de un salvador plasmándola en Cristo Jesús. Cuando tú tomas esta decisión, la Biblia explica que “naces de nuevo”. Sabemos perfectamente que ningún ser humano al haber aceptado a Jesús, regresó a su primer mes de nacimiento, por lo tanto, podemos entender que se refiere al nacimiento espiritual y no corporal. Este don o regalo que recibimos de Dios, cuesta mucho trabajo de entender. Tal vez a ti también te pasa el creer que debes hacer algo para merecer lo que estás recibiendo. La respuesta es que Jesús se encargó de absolutamente todo. A ti te corresponde bajarte del trono de tu vida y cederlo a Jesús.
Segundo. Debemos comprender cuáles son nuestros “derechos y obligaciones” al recibir tan grandiosa dádiva. Los primeros incluyen el poder ser llamado hijo de Dios, tener comunión con Él y poder ir a su presencia para la vida eterna. Las segundas, están ligadas a tu nuevo nacimiento espiritual. En éste, entiendes que como cualquier bebé, es necesario que te alimentes constantemente (los recién nacidos lo hacen cada dos horas) de la Palabra y comiences a crecer en conocimiento y sobre todo en entrega o acción.
En el versículo 6 de este capítulo, aprendimos que al haber recibido a Cristo, ahora es necesario vivir como Él. Si omitiéramos el versículo 9 en el que nos enseña que nuestra vida espiritual está totalmente equipada con lo necesario para poder estudiar la palabra de Dios y actuar conforme a ella, nos quedaríamos estancados y frustrados al no ver ningún avance. Vivir en Cristo significa morir a ti. No es fácil. De hecho, probablemente vaya en contra de lo que tu mente dice. Pero si realmente quieres cumplir con tus obligaciones como seguidor de Jesús, es necesario que aprendas a sacrificar tu parte carnal, para que la espiritual comience a tomar cada día más y más fuerza en. Poco a poco irás viendo los grandes cambios que esta pequeña decisión puede traer a tu vida.
Finalmente quiero decirte que esto es personal. Tú eres quien debe recibir a Jesús y el regalo de la plenitud divina.

Oración
Padre: a veces tu palabra es complicada pero te pido porque siempre me des la sabiduría para poder escucharte y entender tu mensaje. Hoy entiendo que mi parte carnal estorba mi crecimiento espiritual y no quiero que siga así. Te pido que pueda comprender la necesidad de alimentarme de tu palabra y que pueda entregarte cada área de mi vida conforme a tu voluntad. En el nombre de Jesús te lo pido.
Amén

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