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14 feb 2011

Hechos 5:35-39

Luego (Gamaliel) dijo: Hombres de Israel, piensen dos veces en lo que están a punto de hacer con estos hombres. Hace algún tiempo surgió Teudas, jactándose de ser alguien y se le unieron unos cuatrocientos hombres. Pero lo mataron y todos sus seguidores se dispersaron y allí acabó todo. Después de él surgió Judas el galileo, en los días del censo, y logró que la gente lo siguiera. A él también lo mataron, y todos sus secuaces se dispersaron. En este caso les aconsejo que dejen a estos hombres en paz. ¡Suéltenlos! Si lo que se proponen y hacen es de origen humano, fracasará; pero si es de Dios, no podrán destruirlos, y ustedes se encontrarán luchando contra Dios. Se dejaron persuadir por Gamaliel.


En la escena anterior, veíamos al Consejo sumamente irritado por las palabras de los discípulos. En medio de todo el alboroto, se levanta un hombre respetado y pide que saquen a los discípulos. Posteriormente, intercede por ellos. Le pide al Consejo que no sigan con sus deseos de destruirlos. Que hagan a un lado su odio y frenen sus deseos de venganza. Les recuerda que hay un Dios supremo que se encargará de acomodar todo en su lugar. “Déjenlos” dice Gamaliel. “No vaya a ser que nos encontremos luchando contra Dios”. ¿No estás luchando contra Dios? ¿Te estás quejando constantemente? ¿Piensas que las cosas deberían ser distintas? ¿Crees que la vida es injusta? ¿Dejas que tu ira y enojo tomen el control de tus actos? Detente por un momento. ¿Crees en Dios? ¿Te has arrepentido de tus pecados y has aceptado a Jesús en tu corazón? Si tus respuestas son afirmativas, quiero recordarte que los planes de Dios son superiores a los nuestros. Además, el venir a Cristo no significa que las dificultades se irán. Simplemente tenemos la certeza de a dónde iremos cuando seamos llamados. Pero mientras tanto, seguiremos atravesando situaciones difíciles que irán golpeando nuestro orgullo para que poco a poco aprendamos a vivir para Él agradecidos y comprometidos.
Los discípulos se encontraban afuera y no sabían lo que estaba sucediendo. Podían estar argumentando a su favor, pero también podían estar planeando cómo matarlos sin que el pueblo pudiera defenderlos. Esta escena está llena de realidad contemporánea. ¿Cuántas veces nos encontramos entre la espada y la pared, agobiados y cansados sin saber qué hacer o a quién acudir? En estos últimos días, algunos familiares han tenido grandes problemas de salud. La incertidumbre reina cuando el paciente no mejora y el miedo comienza a aflorar. Los discípulos probablemente tuvieron miedo. Tú y yo hemos tenido miedo. Seguramente al instante en que los discípulos se dieron cuenta de su situación y la imposibilidad de hacer algo al respecto, comenzaron a orar y entregar su vida al Señor. Hoy quiero animarte a que hagamos lo mismo. Tu situación no es casualidad. Dios te está buscando. Quiere que regreses a casa. Quiere que te reconcilies con Él. A pesar de lo que pasa a tu alrededor, Él, como con los discípulos está trabajando incluso donde tú no puedes ver u oír. Has una pausa y reconcíliate con Dios, no vaya a ser que te encuentres peleando contra Él.

Oración
Padre: perdóname. Límpiame y permite que pueda ser reconciliado contigo. Entiendo que he estado peleando contra Ti y no he querido abrir los ojos. Gracias por mostrarme que no puedo controlar todo y que debo aprender a confiar en Ti. Te pido que transformes mi corazón y mis pensamientos para que sean conforme a tu voluntad. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús.
Amén

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