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7 may 2014

Hebreos 7:22-25

Por tanto, Jesús ha llegado a ser el que garantiza un pacto superior.  Ahora bien, como a aquellos sacerdotes la muerte les impedía seguir ejerciendo sus funciones, ha habido muchos de ellos, pero como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero.  Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de Él se acercan a Dios, ya que vive para siempre para interceder por ellos.



Cada vez que leas las palabras por tanto, significa que se está concluyendo algo.  Llevamos todo el capítulo 7 aprendiendo de la importancia del sacerdocio de Jesús y al llegar al versículo 22 el autor comienza su conclusión.  ¿Y a qué conclusión llega?  Que como humanos mortales no podemos llegar a la perfección que Cristo tiene.  Por ello dice: en Jesús se garantiza un pacto superior.  Él permanece para siempre.  En cambio, los sacerdotes tenían una vida finita.  Aarón murió y tuvo que ser sustituido por otro sacerdote y así continuamente.  ¿Cómo dudar entonces de la superioridad de Jesús al ver que su sacerdocio es imperecedero?  Pues aunque parezca un tanto ilógico, hoy seguimos viendo el mismo caso.  Personas buscando otros intercesores.  Pensando que necesitan más.  Tratando de hacer obras buenas.  Mientras tanto, la biblia nos dice que Jesús garantiza un pacto superior a lo que cualquier hombre puede hacer.  ¡Dejemos de estar buscando con nuestros ojos!  ¡Dejemos de estar peleando con nuestras fuerzas!  ¡Dejemos de estar corriendo por nuestro camino!  ¿Por qué es tan difícil aceptar que lo que Cristo nos dice es mil y diez mil veces mejor que lo que nosotros pensamos o queremos?  No solo los que no conocen a Dios cometen este error.  Tristemente los que seguimos a Jesús también caemos.  Escuchamos que Él es sacerdote perfecto, que permanece para siempre y que intercede por nosotros.  Sin embargo, nos damos la vuelta y dejamos de confiar.  Dudamos.  Cuestionamos.  Buscamos nuestras propias alternativas e incluso queremos que otros nos apoyen.  Esto no está bien.  El pasaje de hoy concluye sobre la superioridad de Cristo.  Si bien, está hablando de su sacerdocio, también sabemos que es superior en todo.
¿Qué podemos concluir hoy para nuestra vida?  Que Cristo te ama de una manera que jamás podrás dimensionar.  Su amor es incondicional por lo que no necesita de tus obras para amarte más o menos.  Él murió por ti.  Entregó su vida para que tú tuvieras vida.  Cada día está sentado a la derecha del Padre e intercede por ti.  Su sacerdocio no termina ni cambia.  Sabiendo todo esto, ¿no te parece importante y vital entregarle tu vida?  ¿Cómo hacer a un lado este amor?  ¿Cómo seguir escuchando de Él sin poner por práctica sus principios?  Él permanece y quiere que yo permanezca en Él.  No puedo hacer eso a un lado.  No puedo ignorarlo.  Tú tampoco lo ignores.  Pregúntate lo siguiente: ¿es Cristo mi sacerdote e intercesor? 

Oración

Señor: heme aquí.  Quiero dejar de escucharte y no entregarte mi vida.  Hoy entiendo lo que has hecho por mi y no quiero ignorarlo.  Te pido que pueda confiar en ti y dejar de cuestionarte.  Te pido que pueda entender que eres mi intercesor y quieres lo mejor para mí aunque no lo entienda siempre.  Toma mi vida y guíame por tu camino.  Quiero buscar con tus ojos y pelear en tus fuerzas.  En Cristo Jesús.  Amén

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