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13 may 2014

Hebreos 8:3-6

A todo sumo sacerdote se le nombra para presentar ofrendas y sacrificios, por lo cual es necesario que también tenga algo que ofrecer.  Si Jesús estuviera en la tierra, no sería sacerdote, pues aquí ya hay sacerdotes que presentan las ofrendas en conformidad con la ley.  Estos sacerdotes sirven en un santuario que es copia y sombra del que está en el cielo, tal como se le advirtió a Moisés cuando estaba a punto de construir el tabernáculo: “Asegúrate de hacerlo todo según el modelo que se te ha mostrado en la montaña.”  Pero el servicio sacerdotal que Jesús ha recibido es superior al de ellos, así como el pacto del cual es mediador es superior al antiguo, puesto que se basa en mejores promesas.



En ese entonces estaban los sacerdotes que intercedían por el pueblo realizando los sacrificios.  El día de hoy tenemos a Jesús sentado a la diestra del Padre intercediendo a través del sacrificio que Él mismo realizó.  No es fácil entender la enorme dimensión y profundidad que tiene el sacrificio de Jesús y por esta razón el autor de hebreos, nos repite una y otra vez, las características de nuestro Dios y cómo vino a establecer una nueva esperanza.  Irónicamente, esta esperanza llega con la misma muerte de Cristo.  Lo que muchos hubieran pensado que era la derrota, hoy nosotros sabemos que era necesario que muriera y sobre todo que resucitara al tercer día cumpliendo con las escrituras.  Esto debe llenarte de emoción.  Debe llenar tu corazón e inundar tu comprensión.  Piénsalo.  No hiciste nada para merecerlo y sin embargo Dios lo hizo ya.
El pasaje de hoy nos deja muy claro la distinción entre la vida carnal y la vida espiritual.  Hay un cielo donde habita Dios y un mundo donde estamos nosotros.  Jesús viene del cielo.  Él es Dios.  No es como nosotros aunque fue hecho como nosotros.  Fue hombre y al mismo tiempo Dios.  ¿Cómo es posible?  No lo sé.  Lo que sí sé es que hoy es nuestro sumo sacerdote y no necesita estar ofreciendo sacrificios por sus pecados y nosotros tampoco tenemos que hacerlo puesto que su sacrificio fue perfecto y para terminar con la esclavitud al pecado.  Hoy, gracias a esa entrega, podemos ser libres.  Por esta razón resulta triste el que personas reduzcan el sacrificio y la vida de Cristo en general a la de una “gran persona” o un “gran ejemplo a seguir”.  ¡No!  Es el mejor y único ejemplo.  Es la esencia del amor.  Su sacrificio nos da esperanza.  Su sacrificio nos redime.  Su sacrificio nos permite tener vida.  ¿Qué otra persona ha hecho algo así?  ¡Nadie!  Ninguna otra religión tiene el ejemplo que tenemos con Cristo.  Ninguna otra religión tiene a un líder que haya vencido a la muerte.  Ninguna otra religión tiene a su líder sentado a la diestra del Creador. 
Así como en ese entonces tenían el tabernáculo que les daba cierta idea de lo que eran las cosas en el cielo, hoy tenemos el ejemplo de Jesús quien, en todo momento, se mantuvo en obediencia al Padre y nos enseñó Su voluntad.  Cristo vino a enseñarnos a ver y a seguir al Padre así como el tabernáculo funcionaba para que la gente pudiera entender lo que el pecado tiene como consecuencia. 

Oración

Padre: te pido perdón por mis pecados.  Te pido pueda entender tu palabra y utilizarla para guiar mis pasos.  Gracias por el sacrificio de Cristo y la oportunidad para reconciliarme contigo.  Gracias por tu palabra y por enseñarme cómo obedecerte y agradarte.  Toma mi vida Señor.  En el nombre de Jesús.  Amén.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy Buena Palabra... Gracias por compartir.

Un Tiempo con Dios dijo...

Hola y gracias por tu comentario. Por favor no dudes en compartir el blog.