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8 may 2014

Hebreos 7:26-28

Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los celos.  A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo.  De hecho, la ley designa como sumos sacerdotes a hombres débiles; pero el juramento, posterior a la ley, designa al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.



Me encanta como empieza este pasaje: nos convenía.  Todo lo que dice la biblia nos conviene escuchar.  Nos conviene aprender.  Nos conviene cambiar y transformar.  ¿El problema?  Nuestro orgullo.  Nuestro yo tan grande que no nos deja rendirnos ante Él y dejar de luchar.  Sabemos que Dios quiere nuestro bien pero a veces olvidamos que nos conviene su camino.  ¡Por supuesto que nos conviene!  ¡Él es Dios!  Imposible que nuestro camino sea mejor que el de Él.  Sé que lo he escrito mucho pero el capítulo sigue enseñándonos sobre la superioridad de Cristo.  No solo en cuanto a sus planes versus los nuestros sino también en sus características.  Él es santo.  Nosotros no.  Sin mancha.  Nosotros no.  Apartado de los pecadores.  Nosotros no.    Exaltado en el cielo.  Nosotros no.  No necesita ser justificado por sus pecados.  Nosotros sí.  No podemos seguir luchando contra su voluntad.  Eso debemos dejarlo para los que no le han reconocido y no entienden la verdad.  Pero si tú ya has recibido a Cristo y te dices seguidor de Él, no tienes pretexto.  Cada característica de Jesús debemos buscar imitarla.  Debemos orar para que nuestra vida sea lo más parecida a la de Él.  Recuerda que Él es el maestro y nosotros los discípulos.  Entonces debes meditar.  ¿Quiénes te rodean?  ¿Buscas la santidad?  ¿Te esfuerzas por mantenerte puro y sin mancha?
Por otro lado, nos dice el pasaje que Cristo ofreció el sacrificio de su vida una sola vez y para siempre.  Esto quiere decir que a nosotros no nos corresponde “ayudarle” con nuestros sacrificios.  Al aceptar a Jesús es suficiente para ser perdonados y perfeccionados.  No es necesario agregar nada más.  Recientemente fue semana santa y justamente observamos lo opuesto a lo que aprendemos en este día.  Personas realizando distintos tipos de sacrificio porque piensan que eso deben hacer.  Error.  Cristo hizo el sacrificio perfecto una vez y para siempre.  No necesita de nosotros.  Piénsalo.  ¿Qué podemos ofrecerle?  No tiene sentido.  Lo que pasa es que nos gusta moldear a Dios a nuestra manera.  Sabemos que hemos hecho cosas mal y ponemos nuestros propios métodos para justificarnos.  Gente deja de comer ciertas cosas o se restringen de alguna actividad.  Mientras tanto, tú debes saber que esto no tiene sentido porque significaría eliminar el sacrificio que hizo Jesús.  Concluyendo, te conviene escuchar lo que dice Dios y sobre todo aplicarlo a tu vida.  Te conviene imitarlo.  Te conviene rendirte ante Él.  Te conviene seguirle.  Te conviene dejar de luchar contra su voluntad.  Piénsalo.  Te conviene.

Oración

Señor: me rindo ante ti.  Hoy entiendo que me conviene seguirte y entregarme.  No quiero luchar más sino dejarte moldear mi corazón y mi mente.  Renuévame.  Lléname de Ti y permite que mi vida sea agradable a Ti.  Gracias por el sacrificio de Cristo y por enseñarme que no debo realizar nada pues fue perfecto.  Gracias por tu misericordia al ofrecerme este perdón que no merezco.  Gracias en Cristo Jesús.  Amén.

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