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20 may 2015

Salmos 9:18-20

Pero no se olvidará para siempre al necesitado, ni para siempre se perderá la esperanza del pobre.  ¡Levántate Señor!  No dejes que el hombre prevalezca; ¡haz que las naciones comparezcan ante ti!  Infúndeles terror, Señor; ¡que los pueblos sepan que son simples mortales!



Dentro de mi entendimiento limitado, pienso que Satanás se ha encargado de minimizar a Jehová.  Se ha encargado de meterse en las filas de los que amamos a Cristo y nos ha hecho olvidar que Dios no solamente es amor sino también justicia.  Nos ha hecho olvidar que Dios es Dios y nosotros somos simples mortales.  Ahora nosotros exigimos al Señor y le cuestionamos en lugar de humillarnos y servirle.  “Señor: te pido por esto, te pido por el otro”.  Te pido, te pido y te pido.  Ni el necesitado ni el pobre piden.  Solamente esperan.  Ahora vuelve a leer el pasaje.  Dios no solo no se ha olvidado de ti sino que siempre ha estado a tu lado.  Él no va a dejar que las cosas terminen como los hombres quieren sino que todo será conforme a su voluntad.  Tú y yo debemos estar constantemente recordando quién es Dios y quiénes somos nosotros.  El salmista hace una distinción entre él o los suyos contra los demás.  Los demás son simples mortales.  ¿Quiénes son los demás?  Aquellos que no reconocen a Jehová.  En esta época, los israelitas sabían que cada vez que salían a una batalla, la victoria era de Dios.  Salían temerosos y agradecidos de que su Dios era quien proporcionaba el éxito.  Los otros pueblos o las otras naciones, escuchaban de los grandes milagros que realizaba el Dios de Israel.  Sin embargo, en lugar de acercarse a ese Dios, prefirieron quedarse con los dioses que tenían y seguir igual.  Esto debe motivarnos a meditar en lo que hacemos y lo que pensamos.  No podemos escuchar de Dios, conocer de los milagros que hace y las maravillas que pudiera realizar en nuestras vidas y, como los pueblos que mencioné, no hacer absolutamente nada al respecto.  Dios responde al pobre y al necesitado y nunca los abandona.  Por otro lado, infundirá terror y juzgará a todos los que no le han aceptado.  No puedes estar a la mitad.  Jesús nos enseñó que aquellos que pertenecemos a Él lo demostramos en nuestros actos de obediencia.  ¿Dónde estás parado?  ¿Hacia dónde te diriges?  ¿Estás en línea con la voluntad del Señor? 

Oración

Señor: no puedo más que agradecerte por tu misericordia.  Gracias por estar siempre a mi lado y amarme incondicionalmente.  Gracias por permitirme tener comunión conmigo y entendimiento de tu palabra.  Padre, yo quiero pedirte que mis oraciones sean agradables a Ti y no sean un pliego petitorio.  También te pido que transformes mi corazón y pueda entender que nunca debo perder la confianza ni la esperanza puesta en Ti.  Gracias mi Señor.  Toma mi vida y reina en ella.  En Cristo Jesús.  Amén

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