Pero no se olvidará para
siempre al necesitado, ni para siempre se perderá la esperanza del pobre.  ¡Levántate Señor!  No dejes que el hombre prevalezca; ¡haz que
las naciones comparezcan ante ti! 
Infúndeles terror, Señor; ¡que los pueblos sepan que son simples
mortales!
Dentro de mi entendimiento
limitado, pienso que Satanás se ha encargado de minimizar a Jehová.  Se ha encargado de meterse en las filas de
los que amamos a Cristo y nos ha hecho olvidar que Dios no solamente es amor sino
también justicia.  Nos ha hecho olvidar
que Dios es Dios y nosotros somos simples mortales.  Ahora nosotros exigimos al Señor y le
cuestionamos en lugar de humillarnos y servirle.  “Señor: te pido por esto, te pido por el otro”.  Te pido, te pido y te pido.  Ni el necesitado ni el pobre piden.  Solamente esperan.  Ahora vuelve a leer el pasaje.  Dios no solo no se ha olvidado de ti sino que
siempre ha estado a tu lado.  Él no va a
dejar que las cosas terminen como los hombres quieren sino que todo será
conforme a su voluntad.  Tú y yo debemos
estar constantemente recordando quién es Dios y quiénes somos nosotros.  El salmista hace una distinción entre él o
los suyos contra los demás.  Los demás
son simples mortales.  ¿Quiénes son los
demás?  Aquellos que no reconocen a
Jehová.  En esta época, los israelitas
sabían que cada vez que salían a una batalla, la victoria era de Dios.  Salían temerosos y agradecidos de que su Dios
era quien proporcionaba el éxito.  Los otros
pueblos o las otras naciones, escuchaban de los grandes milagros que realizaba el
Dios de Israel.  Sin embargo, en lugar de
acercarse a ese Dios, prefirieron quedarse con los dioses que tenían y seguir
igual.  Esto debe motivarnos a meditar en
lo que hacemos y lo que pensamos.  No podemos
escuchar de Dios, conocer de los milagros que hace y las maravillas que pudiera
realizar en nuestras vidas y, como los pueblos que mencioné, no hacer
absolutamente nada al respecto.  Dios
responde al pobre y al necesitado y nunca los abandona.  Por otro lado, infundirá terror y juzgará a
todos los que no le han aceptado.  No puedes
estar a la mitad.  Jesús nos enseñó que
aquellos que pertenecemos a Él lo demostramos en nuestros actos de
obediencia.  ¿Dónde estás parado?  ¿Hacia dónde te diriges?  ¿Estás en línea con la voluntad del
Señor?  
Oración
Señor: no puedo más que
agradecerte por tu misericordia.  Gracias
por estar siempre a mi lado y amarme incondicionalmente.  Gracias por permitirme tener comunión conmigo
y entendimiento de tu palabra.  Padre, yo
quiero pedirte que mis oraciones sean agradables a Ti y no sean un pliego
petitorio.  También te pido que
transformes mi corazón y pueda entender que nunca debo perder la confianza ni
la esperanza puesta en Ti.  Gracias mi
Señor.  Toma mi vida y reina en
ella.  En Cristo Jesús.  Amén 
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