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19 may 2015

Salmos 9:16-17

Al Señor se le conoce porque imparte justicia; el malvado cae en la trampa que él mismo tendió.  Bajan al sepulcro los malvados, todos los paganos que de Dios se olvidan. 



Cuando leemos que los malvados serán castigados y que Dios imparte justicia, es común que pensemos inmediatamente en alguna situación que atravesamos donde la injusticia haya sobresalido y la justicia quedó opacada.  ¿Qué pasó?  ¿Dónde está Dios?  ¿Dónde está su justicia?  Hace unos meses platicaba con unas personas sobre la inseguridad que México está sufriendo.  ¿Cómo es posible que Dios permita que haya gente que hace esas barbaridades?  No podríamos considerarlos seres humanos según el esquema social pues destruyen al ser humano al robarle, secuestrarle, lastimarle, amenazarle, entre otras de las asquerosidades que hacen.  ¿Sabes cuál es la respuesta?  Ellos están vivos, al igual que tú y yo, porque Dios tiene misericordia y permite que nos levantemos un día más.  Aquellos que han caído tan bajo no son distintos a nosotros.  Todos nacimos pecadores.  Todos tenemos una carne que nos lleva por el camino del malvado y apartado de Dios.  No es sino la gracia de Dios por la cual hemos sido redimidos y llevados a sus pies.  ¿Acaso crees que has hecho o dejado de hacer algo para merecerlo?  ¡Por supuesto que no!  Es misericordia pura la que te permite estar donde estás y no cometiendo delitos.  La gente cae en estas actitudes porque no conoce al Señor.  Pero no termina ahí.  Los que mienten, los que codician la mujer del prójimo, los que guardan enojos y rencores, los que ponen su corazón en las riquezas, los que no controlan su lengua, etc., todos estamos del lado carnal y malvado para los estándares de Dios.  La sociedad tiene sus estándares pero Jehová tiene los suyos y son mucho más elevados.  Tan elevados que nadie los puede cumplir sin acudir a Cristo como intercesor.  Hoy quiero que aprendas dos cosas muy importantes: Dios impartirá su justicia.  Cuando Él considere necesario y perfecto lo hará.  Nosotros sin Él, no tenemos esperanza y caeríamos en nuestra propia trampa.  Solamente por la misericordia del Señor que hoy puedes estar leyendo esto y tener la oportunidad de corregir tu camino.  ¿Acaso pudiste escoger levantarte el día de hoy?  ¿Cómo sabes que llegarás al final de este día?  Entrega tu vida al Señor y pide por misericordia para que su justicia no caiga sobre ti.  Medita en tu vida.  Medita en tus acciones con los parámetros de Cristo y no los tuyos.  Abre los ojos y entiende en dónde estás parado y hacia dónde estás caminando.  Solamente puedes estar en dos direcciones: obedeciendo al Señor o a tu propia carne.

Oración

Señor: gracias.  No merezco todo lo que haces por mí.  No merezco tanto amor y gracia que derramas en mí.  Te pido perdón por mis pecados y sobre todo porque corrijas mis pasos para que ahora sean exclusivos para darte gloria.  Transforma mi vida mi Señor.  Ayúdame a entender que me levanto por tu gracia y mi deber es servirte cada día.  Gracias mi Dios.  En Cristo Jesús.  Amén.

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