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2 nov 2015

Salmo 19:4b-6

Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol.  Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino.  Sale de un extremo de los cielos y en su recorrido llega al otro extremo sin que nada se libre de su calor. 



El sol es tan majestuoso e impresionante que muchas culturas lo consideraban un dios.  Se le rendía culto.  Se le admiraba.  Se le consideraba único.  Si quitamos el hecho de que le consideraban un dios, lo demás es cierto.  La misma biblia nos dice en estos versículos que el sol es como un novio que sale orgulloso y presuntuoso.  Vestido elegantemente y con mucha presencia.  Listo como un atleta para llegar a la meta.  En tiempos pasados, la gente debía saber que el sol no era un dios y tampoco era digno de adorarse.  David nos muestra que esa gran estrella es digna de admiración pero no de adoración.  La adoración va al creador quien diseñó todo de una manera tan precisa y perfecta que no podemos negar su poder y soberanía.  ¡Dios creó el sol!  Él planeó cómo recorrería día tras día la tierra.  Imagina lo grande que es nuestro Señor. 
Me parece que Satanás ha cambiado de estrategia.  En lugar de utilizar distintos dioses para distraernos del verdadero Dios, ahora nos ha hecho minimizar La creación pensando que no es digna de admiración y nos guíe a adorar al Señor.  En pocas palabras: nos fuimos de un extremo a otro.  De alabar y confundir al sol con un dios a minimizarlo y dejar de percatarnos de la gran maravilla que es.  Recuerdo hace unos años que me encantó una aplicación para el celular y el Ipad donde uno apuntaba al cielo y se mostraban los nombres de las estrellas y constelaciones.  ¿Increíble no?  Sin embargo, después de un tiempo pensé en lo irónico que resultaba sorprenderme más por el aparato y la tecnología que por las estrellas mismas.  Nos sorprendemos de lo que la gente logra o inventa pero no nos damos un instante para dejarnos sorprender por la increíble creación de nuestro Señor.  Todos los días se levanta el sol.  Imponente.  Recordándonos que Jehová le dice cómo y hacia dónde moverse.  Entonces, si el Dios en el que digo creer, le dice al sol qué hacer, por qué me cuesta tanto trabajo confiar en Él y obedecerle.  El sol es un recordatorio de la omnipotencia de Dios.  Al mismo tiempo, es una llamada de atención para hacernos meditar en qué estamos esperando para obedecer al Señor.  Obedecemos las leyes de tránsito.  Obedecemos las reglas en el trabajo.  Seguimos muchas instrucciones que como sociedad hemos puesto.  ¿Por qué no obedecemos a Dios en todo lo que hacemos?  ¿Por qué no le confiamos nuestra vida entera?  ¿Miedo?  ¿Orgullo?  No es fácil reconocer que Él es fuerte y nosotros débiles.  Sin embargo, él creó el sol junto con todo lo que vemos y nosotros no.  ¿Te das cuenta de todo lo que podemos meditar solamente al admirar la creación del Señor y en específico el sol?  Piénsalo.

Oración

Padre: gracias por tu creación.  Gracias por mostrarte a través de ella y recordarme lo poderoso que eres y al mismo tiempo cómo tienes cuidado y amor por mí aunque sea tan insignificante comparado con la majestuosidad del sol.  Te pido Padre que ahora pueda entender que debo obedecerte sin restricción y confiar sin detenimiento.  Tú eres Dios.  Tú eres rey.  Yo soy tu hijo y Tú cuidas de mí.  Gracias.  Te pido que cada día sea sensible a tu creación y me ayude a buscar servirte y obedecerte constantemente.  Te lo pido en el nombre de Jesucristo.  Amén.

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